¿Trabajas en casa y tienes hijos? evita conflictos y mantente productivo

Trabajar en casa para muchas familias es una modalidad que llegó para quedarse. México se ha convertido en uno de los países de América Latina que más apoya esta modalidad, el 84% de las personas considera que les ha gustado hacer home office.

¿Pero qué pasa con todos aquellos que son papás y mamás?

Para muchos es una batalla constante para poder compaginar la parte laboral con la familiar. Para los padres que ya no saben cómo manejar con tus hijos la relación en casa y dividir los tiempos de la mejor manera, Laura García, especialista en disciplina positiva e instructora de Udemy, te comparte cinco consejos para mantener una relación saludable con tus hijos y poder trabajar.

  1. Ten en cuenta las necesidades de tus hijos. Desde que llegó la pandemia, se ha incrementado el trabajo y el rol de padre o madre 24/7 en un mismo espacio. Cuando los niños no pueden cubrir sus necesidades de diversión, juego, risas etc. deben recurrir a la rebeldía y al “no hacer caso” para lograrlo.

¿Cómo sobrellevar esto de la mejor manera?

Busca un equilibrio entre las necesidades de todos los miembros de la familia. Si en tu día a día tienes espacios donde la exigencia laboral sea menor, aprovecha para cubrir las necesidades de tu hijo. También es muy importante que agendes diariamente espacios dedicados exclusivamente a que tu hijo cubra sus necesidades de niño; de esta manera respetará con mayor facilidad y apertura esos momentos en los que necesitas calma, concentración y silencio.

  1. Divide bien tu horario laboral del familiar. Desde que las personas empezaron a trabajar en casa, los horarios dejaron de estar bien delimitados; cruzando esa delgada línea entre cuándo se termina de trabajar y cuándo empieza el momento familiar.

Tener disciplina y estructurar horarios podrá diferenciar los momentos de trabajo y los de estar con la familia; independientemente de estar en el mismo lugar. Los niños requieren de atención y es normal que después de cierta hora exijan tiempo con mamá o papá. Delimitar y cumplir, ayudará a que ellos también comprendan que mientras trabajas tienen que darte tu espacio y respetarlo.

  1. Llega a acuerdos. Para todos en casa ha sido complicada la adaptación, por lo que los conflictos pueden ser más recurrentes. Es importante identificar el momento correcto para corregir y de llegar a acuerdos. Nunca es una buena opción el hecho de corregir, reflexionar o hacer peticiones con la cabeza caliente.

Antes de reprender de manera reactiva y en automático, enfócate en tranquilizarte y pregúntate qué necesita tu hijo o cómo le puedes ayudar.

Recuerda que mientras estás trabajando, la presión y el estrés son factores que te pueden llevar a “explotar” fácilmente; por lo que es crucial el hecho de esperar el momento correcto para estar en calma y así corregir y llegar a acuerdos de manera amable y respetuosa.

  1. Comprende que el cerebro de los niños está en desarrollo. El cerebro de una persona termina de desarrollarse aproximadamente a los 21 años; por lo que esperar que tu hijo tenga las mismas habilidades, reacciones y comportamientos de un adulto es un error común.

No olvides que tu hijo aún está desarrollando habilidades como la paciencia, el saber esperar, el recibir un no, o la tolerancia a la frustración. Muchas veces esperamos que reaccione y responda como lo haríamos nosotros los adultos, pero para él/ella, la espera a que termine una reunión, puede ser eterna; o el que no le prestes la atención que requiere, puede significar el fin del mundo.

La empatía, la paciencia, la comunicación y la comprensión de que tu hijo no tiene un cerebro de adulto, son factores clave para evitar conflictos con él/ella mientras trabajas. Poco a poco, con el paso del tiempo, con la experiencia y con su desarrollo cerebral, tu hijo irá desarrollando esas habilidades que tanto aprecias.

  1. Aprende a elegir tus batallas. Hay días que el trabajo puede sobrepasar tu nivel de tolerancia y paciencia, así que es fundamental aprender a elegir las batallas con tus hijos. Elegir batallas significa tomar la decisión consciente de no engancharte con temas sin importancia. Por ejemplo, si el baño diario es a una hora y un día no lo hace, evita entrar en conflicto, negocia y definan entre ambas partes para llegar a un acuerdo para que se bañe; o si tu hijo quiere usar una ropa distinta a la que tu querías. Situaciones como esta te evitará horas de discusiones y rabietas.

En todos los hogares debe haber temas no negociables; como todo lo que tenga que ver con la honestidad, el respeto o la seguridad de los miembros de la familia (yo les llamo las líneas rojas). Para todo lo demás, puedes elegir ceder y de esta manera no “luchar batallas” que no valgan la pena y que impliquen un mayor desgaste emocional que un beneficio para la familia.

Redacción

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