Después de un proceso de selección que seguramente te llevó tiempo y dinero lo que más deseas es que tu nuevo empleado se ponga de inmediato a trabajar y encaje con el resto del equipo para mantener la productividad, pues siguiendo estos pasos lo conseguirás.
Considera que además de la baja productividad que puede traerte el no conseguir que el nuevo personal se comprometa con tu empresa es probable que en un corto periodo de tiempo renuncie dejando en tus manos el problema, otra vez sobrecarga de trabajo, indefinición de responsabilidades e incluso la necesidad de atender tareas para las que faltan capacitación o conocimientos.
Con esto en mente queda clara la importancia de que las personas que ingresan a trabajar a una empresa encuentren las razones que motivarán su permanencia en ella y el compromiso por desempeñarse de la mejor manera posible.
De acuerdo Monster.com el 75% de las empresas con mejor desempeño implementan un proceso formal para la incorporación de sus recién contratados que incluye un monitoreo del progreso de integración a la empresa, además de cinco etapas:
1.- Semana 1. Se recomienda tener listo un espacio de trabajo con las herramientas necesarias para las labores a desempeñar, presentar al nuevo miembro con los compañeros de trabajo, mostrarle las instalaciones e informarle de los procesos básicos. Durante esta etapa se recuperan las metas de corto y mediano plazo que se esperan del puesto y es deseable comunicar la misión, valores e historia de la organización. Es muy útil asignar a un compañero a quien, el nuevo integrante pueda dirigir sus dudas con confianza.
2.- Primeros 30 días. En este tiempo, el nuevo empleado debe conocer sus responsabilidades y roles en el contexto de situaciones, problemas y actividades reales. Este es el mejor momento para aprender los procedimientos importantes del trabajo, así como las tecnologías con las que deba familiarizarse. También es un buen momento para hacer un reconocimiento general de la empresa; se puede acompañar al trabajador de manera informal para conocer a los integrantes de las áreas y espacios de la organización, esto fortalecerá el lazo con la empresa y dará una visión más completa de la misma.
3.- 90 días. Se ha concluido con la orientación y es el momento en que conviene definir con él las metas concretas a alcanzar, además de empezar a recuperar información sobre la efectividad del empleado, y su relación con el entorno laboral.
4.- Seis meses. Aunque aún existe la sensación de ser el nuevo, el empleado ya debería desenvolverse funcionalmente como parte del grupo y debe haber recibido comentarios sobre su desempeño, además de haber iniciado un plan de crecimiento en la empresa. Este es el momento ideal para conocer el nivel de compromiso que está adoptando con los objetivos, valores y estrategias de la empresa.
5.- Al cumplir un año. En este punto es necesario conocer el nivel de cercanía que el empleado percibe en torno con su líder de su equipo, el balance entre vida personal y laboral, la satisfacción con el trabajo realizado y las relaciones con el resto del equipo, su percepción del crecimiento personal alcanzado y la empatía hacia los valores de la empresa. La insatisfacción asociada a uno o más de estos factores incrementan el riesgo de que el empleado se vaya.
Ariadna Cruz