México: pasión emprendedora, pero escasa materialización de negocios


México ocupa la posición 14 en el ranking global de espíritu emprendedor, según el estudio realizado por Remitly, que evaluó a 7 000 personas de 26 países con base en la escala Grit —una herramienta desarrollada por la psicóloga Angela Duckworth para medir pasión, perseverancia y compromiso a largo plazo—, donde la puntuación de México fue de 40.19 sobre 60. Sin embargo, al analizar la capacidad real para emprender y crear negocios, México desciende al puesto 20, lo que evidencia una brecha entre la intención y la acción.

Contexto global: México entre las economías más impulsoras de emprendimiento

En el mismo reporte, Sudáfrica encabeza la lista (46.18), seguida de Reino Unido (42.54), Irlanda (42.17), India (42.06) y España (41.13). México, con 40.19 puntos, se alinea con países desarrollados, lo que habla del alto nivel de determinación entre la población mexicana para emprender.

De la mentalidad al proyecto: ¿por qué no despegan las ideas?

Pese a este alto espíritu emprendedor, la realidad muestra un panorama de baja tasa de formalización y supervivencia empresarial:

  • Entre mayo de 2019 y mayo de 2023, México registró alrededor de 1.7 millones de aperturas de negocios, pero también cerca de 1.4 millones de cierres, lo que arroja un crecimiento neto de solo 300 000 establecimientos.
  • Los costos regulatorios son significativos: la CONAMER estima que la burocracia le cuesta a la economía cerca del 3.22 % del PIB.
  • A pesar de los esfuerzos como el programa SARE, que promete permisos en tres días, su implementación varía mucho entre municipios, lo que dificulta la formalización.
  • En cuanto al acceso al financiamiento, menos del 30 % del crédito bancario se destina a micro, pequeñas y medianas empresas. Solo alrededor del 11 % de las pequeñas empresas lograron obtener nuevos préstamos en un trimestre.
  • La informalidad laboral afecta también a estas empresas: entre el 54 % y 55 % de la fuerza laboral mexicana está en el sector informal, lo que limita acceso a beneficios, financiamiento y formalización.

Un ecosistema emprendedor en potencia… ¿pero lleno de fricciones?

Este contraste —alto ánimo emprendedor, baja ejecución real— señala varios factores estructurales:

  1. Burocracia e inseguridad legal: la complejidad regulatoria desanima la formalización y frena el crecimiento de emprendimientos.
  2. Acceso limitado al financiamiento: sin capital semilla o crédito accesible, muchas ideas no prosperan.
  3. Alta informalidad: dificulta el acceso a programas de apoyo, bancos y redes formales.
  4. Falta de acompañamiento institucional: iniciativas, incubadoras o mentorías son insuficientes o poco accesibles.

Estrategias clave para materializar el potencial emprendedor

Para aprovechar efectivamente este ímpetu, las políticas públicas y el entorno deberían enfocarse en:

  • Simplificación administrativa: homogeneizar normas municipales, fortalecer programas como SARE, digitalizar trámites.
  • Crédito y capital inclusivo: expandir líneas de crédito, fondos de garantía (como Nafin), y fomentar inversiones privadas en startups.
  • Fortalecimiento de redes: impulsar incubadoras, parques tecnológicos y mentorías que acompañen desde la idea hasta la consolidación.
  • Formación y cultura emprendedora: educación financiera y empresarial desde temprana edad, más allá de la universidad.
  • Inclusión formal: mecanismos para que emprendedores informales accedan a apoyos sin mayores barreras.

Este panorama se vincula directamente con el acceso a financiamiento, un tema crítico para la mayoría de las microempresas mexicanas. Tal como lo aborda Microcréditos para microempresas en 2025: cómo elegir una opción segura, la elección de un crédito confiable y con tasas accesibles puede marcar la diferencia entre consolidar un negocio o enfrentar su cierre prematuro. La falta de capital inicial sigue siendo uno de los principales obstáculos para que la intención emprendedora en México se convierta en proyectos sostenibles a largo plazo.

Conclusión

México está en la posición 14 del mundo en espíritu emprendedor, midiendo pasión y perseverancia según la escala Grit. Sin embargo, en términos de ejecución real —es decir, convertir ideas en negocios viables— cae al puesto 20. Esa brecha revela que el país no carece de voluntad; lo que falta son condiciones estructurales.

Cerrar esa brecha —a través de reformas regulatorias, mejor acceso al capital, apoyo institucional y transición hacia la formalidad— no solo aumentará la tasa de éxito de las microempresas, sino que puede convertir esa voluntad emprendedora en motor de innovación y desarrollo económico.

México tiene el talento, la energía y la determinación. Ahora necesita que el entorno le permita transformar esa pasión en progreso.

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