En estos últimos tiempos en que la tecnología está presente, dominando nuestros trabajos y su cada vez mayor intromisión en la esfera personal, aceptamos términos aunque no conocemos su alcance e impactos en las PyMEs y en las personas, uno de estos términos es nube o cloud computing.
El término nube parece que proviene de la evaporación de los mares por donde navegábamos y se han condensado, sabemos que las nubes nacen crecen y mueren, son volátiles, erráticas, faltas de consistencia y desaparecen en poco tiempo. Como la tecnología de la nube es tan nueva y todavía existe un cierto desconocimiento sobre su funcionamiento, muchas empresas mantienen reticencias a dar ese paso de adopción tecnológica.
De todos modos, cada vez hay más personas que se están lanzando y eso aporta confianza a otros. A medida que se amplía la aceptación del cloud computing entre las PyMEs empezamos a ver como estas empresas comienzan a poner en práctica soluciones basadas en la nube, algo que hasta comienzos de 2009 era prácticamente inédito.
Prácticamente todas las aplicaciones que se encuentran en el mercado pueden trasladarse a la nube. La noticia menos buena para los profesionales de las TI es que las tecnologías basadas en la nube apenas están alcanzando su mayoría de edad. Esto significa que algunas de las auténticamente asombrosas posibilidades que ofrece la nube todavía no están disponibles para todos los centros de datos. El software como servicio (SaaS), la plataforma como servicio (PaaS) o la infraestructura como servicio (IaaS) son sólo algunas de las impresionantes potencialidades que ofrece el cloud computing. Otras son las configuraciones de servidores, los ambientes, los centros de datos virtuales privados, etc. La lista es interminable, especialmente si empezamos a hablar de una arquitectura híbrida.
No sólo es eso; hay también ejecuciones privadas de la nube desarrolladas por las propias empresas a fin de satisfacer sus necesidades básicas para poder desarrollar su misión, así como usos públicos de la nube para desarrollo y pruebas, al tiempo que se ofrecen también capacidades a la carta en uno u otro ámbito. Si a todo esto unimos las suscripciones para almacenamiento en la nube, podemos empezar a vislumbrar las oportunidades existentes.
Probablemente, el principal obstáculo al que se enfrentan quienes están pensando seriamente en trasladar una o todas sus aplicaciones a la nube es la cultura corporativa de sus empresas, en general, o la de los departamentos de TI, en particular. Tradicionalmente, la cultura interna de las empresas suele ser reacia a los cambios, y más a los cambios rápidos. A esto se añade el miedo de muchas de las personas que actualmente trabajan en los departamentos de TI a perder sus empleos porque las aplicaciones y servidores, básicamente, están siendo externalizados.
Pero la historia muestra que los obstáculos relacionados con la cultura corporativa no son insuperables y que normalmente suelen diluirse con un cierto grado de educación a los directivos y usuarios. Los más escépticos acabarán viendo la luz porque el valor que aporta la nube difumina cualquier sombra que pueda existir. Quienes se mantienen a la espera de que otros adopten la computación en la nube escuchan ya noticias de ejecuciones exitosas, de modo que el estigma de ser el primer usuario empieza lentamente a disolverse.
Los aspectos a considerar para adoptar la computación en la nube son:
– ¿En qué ambiente operamos: Windows, Linux, Solaris? ¿Qué requisitos exige (licencias, capacidades, dependencias, etc.)?
– ¿Qué protocolos de comunicación tienen las aplicaciones? ¿Tienen una arquitectura cliente-servidor, están basadas en la Web o hay una mezcla de ambas?
– ¿De qué aspectos normativos (si es que hay algunos) tengo que ocuparme?
– ¿Qué importancia tiene el país donde reside el centro de datos (hay legislación sobre privacidad en ese país)?
– ¿Cuáles son los requisitos de seguridad? ¿Hay algún marco legal que gobierne la información almacenada?
– ¿Será necesaria crear una nueva arquitectura para la aplicación?
– ¿Quiénes han sido seleccionados como proveedor de los servicios en la nube y como integradores de sistemas?
Estas cuestiones pueden parecer sencillas, pero exigen un análisis profundo. ¿Hay algo peor que llegar a la fase de prueba de la aceptación por parte del usuario y darnos cuenta de que hay unos cuantos scripts importantes que no se han trasladado y que ninguna actualización se ejecuta correctamente? Lleva a cabo un examen completo de todos los elementos móviles y asegúrate de que no ha quedado nada por hacer.
Manuel Ballester
Socio Director Área de Consultoría, Auren
Vicepresidente Academia Mexicana Ciencia Sistemas
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