Una reducción en los gastos de empresa equivale a diversos beneficios, mayor margen de ganancia, más eficiencia en la operación y precios más competitivos para los clientes, pero una estrategia para lograrlo tiene que ser permanente.
Pensar en el corto plazo el primer error de las compañías cuando están desarrollando una estrategia para optimizar los costos, pues generalmente fijan su objetivo en una sólo área y se detienen cuando alcanzan el objetivo más corto.
Un plan efectivo tiene que ser permanente e implica estar atento a los cambios en el mercado, insumos y herramientas que faciliten las operación de la empresa y que hacen sentido al presupuesto por el retorno de inversión que se conseguirá, en este punto es importante evaluar los créditos o deudas que no es posible eliminar y que pueden resultar la fuga más importante de dinero que dificultará la implementación de una estrategia efectiva.
También es importante que los empleados estén involucrados con los objetivos, en ese sentido es buena idea pedirles que sugieran maneras de hacer más con menos, ellos son los expertos en sus tareas diarias y pueden detectar áreas de oportunidad que podrían ahorrar dinero a la empresa, pero también pueden ser los responsables de pérdidas por lo que tiene que existir una cultura de ahorro que castigue los desperdicios.
Si toda la organización tiene claros los beneficios y metas trabajarán en conjunto para lograrlas, por ejemplo, si se pide a todos los trabajadores que, a través de una estrategia bien definida, se logré una reducción de costos de 5% a cambio de un bono será muy factible que cada uno quiera involucrase con el objetivo que a la larga traerá grandes ahorros a la empresa.
En ese sentido es importante destacar que las metas tienen que ser realistas, las presiones o metas inalcanzables derivaran en frustración y una baja moral en la organización, se tiene que dar un periodo razonable para que las medidas sean aceptadas e implementadas.
Es importante llevar un seguimiento de los resultados pues los beneficios se perderán si la estrategia está pensada a corto plazo y se regresa a las prácticas que significaban una pérdida de productividad y recursos.
Debe además existir transparencia en los números, una cifra maquillada con el fin de justificar resultados positivos o viceversa puede resultar en pérdidas para la organización y descontento en los empleados que realizan un esfuerzo por alcanzar los objetivos.
Finalmente no se debe caer en el error de conseguir ahorros sacrificando la calidad de los bienes o servicios o explotando a los recursos humanos, pues una estrategia de este tipo reducirá los niveles de compra y satisfacción de los clientes, y provocará una mala actitud entre el personal.
Ariadna Cruz
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