Las grandes ideas no tienen cargo ¿las vas a aprovechar o las vas a olvidar debajo de la pila de pendientes del día? Las empresas extienden sus tentáculos, envuelven al consumidor con sus productos, lo exprimen y lo desechan. Ese es el estereotipo corporativo. ¿Cómo podemos superar tal imagen? Muchas compañías han recurrido a la responsabilidad social para proponer modelos de negocio diferentes, pero emprender un proyecto social afín a la cultura organizacional existente no es tarea fácil. ¿Por dónde empezar? Al parecer la respuesta está dentro de tu propia empresa.
Los intraemprendedores son personas que ven más allá de sus actividades cotidianas y vislumbran nuevas posibilidades; trabajan con lo que tienen y lo transforman en algo inusitado, creando nuevas realidades. Ileana López, directora de Sustentabilidad y Fundación C&A, aboga por el intraemprendimiento. “Quiero desarrollar las habilidades de los proveedores para que las condiciones laborales y sociales sean mejores en la industria textil”, comparte.
Tras laborar largos años en el sector social, Ileana decidió emprender en el ámbito corporativo. Hoy, ha identificado tres cualidades clave que definen a intraemprendedores sociales:
1. Automotivación: debes estar convencido de que tu idea es buena para la comunidad, para la empresa y para el planeta. Debes apropiarte de ella y defenderla hasta las últimas consecuencias.
2. Perseverancia: vas a enfrentar muchos obstáculos, así que tendrás que desarrollar una alta tolerancia a la frustración. Recuerda que todos tenemos fracasos. Estos son solo antecedentes al éxito. Nada es personal, el rechazo no significa que tu idea sea mala o que no seas capaz, sino que no has encontrado el camino adecuado para concretarla.
3. Creatividad: necesitarás encontrar caminos alternos, por lo que tendrás que desarrollar un buen poder de convencimiento para vender tu idea.
Los proyectos intraemprendedores no siempre son bienvenidos en las organizaciones. La estabilidad da seguridad a una compañía y el intraemprendimiento implica riesgos sin un éxito asegurado.” Por lo tanto, para asegurar la buena recepción de un proyecto, este debe relacionarse con indicadores de éxito para la empresa. “Ya sea una mayor exposición, fortalecimiento de la marca o mayor productividad; si se sabe vender la idea, no habrá resistencia”, dice López.
Con base en sus más de quince años de experiencia en el sector social, Ileana descubrió que este es más flexible y por ende, propicio para emprender. Sin embargo, la falta de profesionalización e institucionalización así como la carencia de recursos suelen limitar el alcance de los proyectos. “El tema corporativo es muy interesante porque tienes un presupuesto asignado, más planeación estratégica y objetivos muy claros y específicos. Tienes la posibilidad de apoyarte en algo más grande”, asegura.
Con esto en mente, el peor enemigo del intraemprendimiento no es la resistencia organizacional, sino no emprender. Miles de personas como Ileana han tomado la iniciativa y luchado para construir un cambio positivo en su entorno. Han beneficiado a su empresa y a su comunidad, creando nuevos paradigmas y estrechando las fronteras preestablecidas.
Fomentar el intraemprendimiento dentro de nuestra compañía abre las puertas a innumerables oportunidades de crecimiento que, de lo contrario, pasan desapercibidas. Al detectar necesidades reales y responder a ellas antes que los demás, aprovechamos una ventaja competitiva ignorada por muchos.
Al final de cuentas, como empresa y como empleado, no hay que olvidar que el objetivo final de nuestro trabajo no son las ventas, sino el bienestar. Todo producto se crea con el fin de resolver una necesidad. Si decidimos apoyar a nuestra comunidad y hacer un buen producto, construimos una economía que asegura la prosperidad de todos.
Lourdes Zamanillo, coordinadora de comunicación de Ashoka México