En una economía conectada y globalizada como en la que actualmente se vive, ningún suceso está aislado del mundo. Los acontecimientos de un país tienen consecuencias en otros, por no decir en todos. A esto se le conoce como efecto dominó.
Ante un panorama tan complejo, no es de sorprenderse que en cualquier momento pudiera ocurrir una serie de eventos desafortunados que desequilibren el mercado y pongan en riesgo las actividades empresariales. Desde desastres naturales, hasta catástrofes financieras, los eventos que podrían afectar al mercado son muchos.
Todo esto puede afectar la economía. Por ello, las grandes corporaciones han invertido tiempo y recursos para desarrollar una administración de riesgos adecuada, proactiva y reactiva. Sin embargo, no sólo las empresas de gran renombre deberían atender este panorama.
Las pequeñas y medianas empresas también necesitan contar con un plan de acción que los ayude a prever contingencias que pongan en peligro su actividad y hasta su permanencia. En México, ocho de cada diez PyMES cierran antes de alcanzar su segundo año de operación y en muchos casos la principal causa es la falta de preparación o de previsión.
Para realizar una gestión de riesgo empresarial, se deben considerar estas cinco recomendaciones clave:
- Eliminar las fuentes innecesarias de riesgo. Identificar y enfocarse en los aspectos críticos del negocio y si es posible, erradícalos.
- Diversificar el portafolio. Los negocios que confían en un solo producto son vulnerables a los cambios en las preferencias de los clientes. La diversificación en términos de productos, clientes y mercados geográficos reduce el riesgo de depender de una fuente de ingreso.
“Las pequeñas y medianas empresas también necesitan contar con un plan de acción que los ayude a prever contingencias que pongan en peligro su actividad y hasta su permanencia. “
- Generar uno o varios planes de contingencia para los principales riesgos. Una vez que se haya prescindido de los puntos débiles o negativos, se debe visualizar qué situaciones de riesgo podrían presentarse, detectar oportunamente los factores internos y externos que afectan a la compañía y tener un plan de acción para cada caso. Por ejemplo, para prevenir fraudes, se deben realizar balances que aseguren las inversiones.
- Monitorear constantemente las operaciones para determinar qué medidas funcionan y cuáles se pueden implementar. Utilizar herramientas automatizadas para detectar situaciones de riesgo a tiempo que permitan actuar, controlarlas e incluso prevenirlas.
- Establecer un plan ante el fracaso. Definir uno o dos escenarios pesimistas que podría enfrentar la empresa y considerar cómo proteger la inversión y la marca, es decir, cómo enfrentar la pérdida del capital invertido y cómo se procedería para renovar el negocio, cambiarlo o incluso cerrarlo.
Es importante encontrar una estrategia para el manejo de las amenazas del mercado y de la misma cotidianeidad, las cuales permitan reducir el impacto negativo, eliminarlo si es posible, o incluso obtener las mejores oportunidades de él. Es fundamental ponerse en acción y comenzar a hacer un plan de riesgo propio, ya que nunca se sabe cuándo se necesitará.
Por: Alejandro Vázquez, Vicepresidente de Operaciones Globales de Socios de Negocio para SAP México
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