Prácticamente todo el día utilizo mi teléfono móvil. A través de sus funciones y aplicaciones, busco información, uso el correo electrónico, escucho música y noticias, platico con mis amigos, tuiteo, aprendo, tomo, edito e intercambio fotos y videos, reviso mi cuenta bancaria, compro boletos para el cine, monitorizo el tráfico de la ciudad, el clima, contesto dudas de mis alumnos, entre otras muchas cosas.
No hay duda que las tecnologías de información y comunicación (TIC) y en especial internet, hantransformado la forma en que nos comunicamos, trabajamos, estudiamos, sociabilizamos, nos entretenemos y en general, la forma en la que vivimos. Por ello, requerimos una alfabetización digital mínima e indispensable para transitar en la sociedad de la información y del conocimiento y así no ser marginados. Desgraciadamente un creciente vector de desigualdad ha surgido precisamente por la escasa o nula cultura digital y/o la falta de conectividad de poblaciones vulnerables. Cesar Coll, catedrático de la Universidad de Barcelona, afirma que la mayor diferencia se producirá no entre países sino entre regiones en los países.
En México, según datos a la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), el nivel de penetración de internet es del 59.8 % que equivale a 65 millones de mexicanos conectados principalmente en zonas urbanas. A pesar del incremento de 15.7 % con respecto al año pasado, estamos muy lejos de países como Suecia y Noruega con niveles cercanos al 90 % de penetración. El aumento de la desigualdad entre ciertos sectores y áreas geográficas de nuestro país que utilizan la red informática mundial, es palpable y se deriva principalmente de la situación socioeconómica, (únicamente el 6 % del total de internautas mexicanos, vive en los estados del sureste).
Para evitar el crecimiento de la brecha digital, es decir, de la separación que existe entre aquellos que utilizan las TIC en su vida diaria y los que no, debemos promover un desarrollo inclusivo y sostenible, participando el gobierno, las empresas y la sociedad. El reto mayor consiste en no solo proporcionar infraestructura (equipo y conectividad), sino también en enseñar su uso apropiado. Hay que recalcar que más del 70% de los mexicanos nos conectamos a internet a través de nuestros teléfonos inteligentes smartphones.
Un ejemplo de esfuerzo por el acortamiento de la brecha digital es el proyecto de Facebook y de otras empresas como Ericsson, Samsung y Nokia que participan en Internet.org para acercar internet a través de teléfonos móviles a los 4000 millones de personas en el mundo que no lo tienen (Según datos del Banco Mundial).
Desde el enfoque empresarial, también podemos apreciar la brecha digital. Por un lado vemos empresas que deben su gran éxito a un modelo económico basado en un uso efectivo de las TIC como Amazon y Uber y en el lado opuesto encontramos muchas pequeñas y medianas empresas (PyMEs) que no logran su crecimiento debido al bajo uso de internet y de no aprovechar sus posibilidades, como muestra el estudio publicado por la Organización Mundial de Comercio y las Naciones Unidas, en octubre 2015, en el cual se examinaron 38 indicadores que miden el entorno de negocios de un país y la capacidad de las firmas para “competir, concectarse y cambiar” y concluye que las PYMES en las que internet no sea un elemento que forme parte de su sistema empresarial tienen mucho menos probabilidades de éxito.
Un factor importante para la apropiación tecnológica de una pequeña o mediana empresa, es el cambio de cultura digital de los involucrados. No se debe pensar que la introducción de las TIC en la empresa es tener una o varias computadoras para favorecen funciones operativas básicas; más bien el objetivo debe ser implantar estrategias digitales para desarrollar modelos de negocios. Con ello debemos reflexionar en la viabilidad de oportunidades que brindan las TIC en las empresas como sería el comercio electrónico, la presencia en la red, el aprovechamiento de la nube o cloud computing y el uso de redes sociales como canales de comunicación con los clientes.
Mtra. Ma. Luisa Ruiz Calleja, Académica de la Facultad de Responsabilidad Social y Desarrollo Sustentable de la Universidad Anáhuac México.
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