De la última década a la fecha, ha surgido una línea de pensamiento emergente que propone crear espacios en las ciudades donde no solamente se propicie la regeneración ecológica y la producción de servicios ambientales, sino que, llevando las cosas un paso más allá, lo que se propone es crear prácticas y modelos de producción de comida y herbolaria en las ciudades siendo conocida esta tendencia como Agricultura Urbana.
En términos generales la agricultura urbana no solo permite disminuir la huella ecológica al producir en las ciudades parte de la paleta vegetal nutricional, sino que se convierte en un medio educativo, productivo y terapéutico que reconecta a las personas con la naturaleza y con su alimentación, detonando un sentido de responsabilidad, generando comunidad y promoviendo la soberanía alimentaria. En palabras sencillas, se contribuye a la vinculación del individuo con la tierra, la producción de comida, la creación de hábitos más sanos, de alimentación y salud a la par de contribuir a la creación de tejido social de alto valor.
Una parte importante del pensamiento de la Agricultura Urbana involucra la transformación de los espacios públicos en lugares productivos, verdes y abiertos a la comunidad, los cuales sirven como lugar de encuentro, participación y colaboración comunitaria al tener el potencial de “sanar” comunidades a través del cultivo de alimentos. Las prácticas de esta naturaleza tienen un profundo impacto regenerativo sistémico en las ciudades gracias a la creación de un profundo sentido de pertenencia a la comunidad.
Con estas ideas en mente se podría visualizar, que en las instalaciones físicas de las empresas existen espacios ideales para detonar permacultura y promover el tejido social si decidiesen implementar un huerto corporativo en el que sus colaboradores se repartan las tareas y las responsabilidades del mismo dentro de un ambiente que los vuelva a conectar con la naturaleza y que les permita sostener conversaciones poderosas que fomenten la comunicación y la concordia entre diferentes áreas de la empresa a la par de aumentar su sentido de pertenencia de una forma muy natural. Queden estas ideas, cual semillas que puedan germinar dentro del terreno fértil que son aquellas organizaciones que en su naturaleza está el espíritu de innovar.
Mtro. Francisco Bonilla Sevilla, Académico de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México
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