Las experiencias de aprendizaje en línea bien planificadas son significativamente diferentes de los cursos ofrecidos en línea en respuesta a una crisis o desastre. Los colegios y universidades que trabajan para mantener la enseñanza durante la pandemia de Covid-19 deben comprender esas diferencias al evaluar esta enseñanza remota de emergencia.
Pareciera obvio decirlo, pero no lo es tanto. Lo cierto es que las experiencias de aprendizaje en línea, cuando están bien planificadas, son radicalmente diferentes de los cursos ofrecidos en línea en respuesta a una crisis o a un desastre. Empero, aprender en remoto no es equivalente a aprender online.
Por la actual pandemia de Covid-19 que recorre el mundo, los colegios y universidades se han enfrentado a decisiones sobre cómo continuar con la vida académica, a la vez que mantienen a su facultad, personal administrativo y estudiantes a salvo de esta contingencia sanitaria que nos tiene a todos encerrados en casa desde hace varias semanas, o incluso meses, y trabajando a distancia.
Para nadie es un secreto que hacer la mudanza de la instrucción presencial a online aumenta la flexibilidad de enseñar, y por supuesto, de aprender, en un esquema 24/7, es decir, en cualquier lugar, en cualquier momento, pero no hay que olvidar que ahora sucede algo importante: la velocidad con la cual se ha detonado este cambio no tiene precedentes, con todo lo que ello implica.
Resulta obvio que no todo mundo estaba preparado para este cambio en el modelo de enseñanza y esto se ha notado en las semanas de reclusión. Hay profesores quienes simplemente han trasladado el salón de clases al escenario en línea, sin tomar en cuenta nada más, lo cual es un grave error, porque, por ejemplo, solo llevan el número de horas presenciales a horas vía videoconferencia, con el consecuente pesar y malestar de miles de alumnos.
No todos los caminos llegan a Roma…
Reitero: el aprendizaje en línea es distinto de la enseñanza presencial. Quizá los objetivos puedan ser los mismos, como generar conocimientos y desarrollar habilidades en los estudiantes, pero las rutas para llegar a ese punto no son las mismas.
El aprendizaje en línea demanda, en primer lugar, contar con los recursos tecnológicos y técnicos necesarios para atender, tanto a los profesores como a los alumnos, además de contar con contenidos digitalizados y plataformas que faciliten la labor docente, desde lugares virtuales seguros para subir actividades y permitir la calificación y administración del curso, hasta sistemas fiables de videoconferencias.
Lo cierto es que según la institución que se trate, ésta contará con sistemas y plataformas distintos para su comunidad. Algunos colegios y universidades han venido invirtiendo en sistemas, tecnología y capacitación para sus profesores desde hace años, mientras que otros apenas han entrado a este áspero terreno de la educación a distancia, algunos más a fuerza que convencidos de sus bondades.
El aprendizaje en línea de alta calidad
Desde hace mucho tiempo el aprendizaje en línea ha sido injustamente calificado como de menor calidad que el aprendizaje presencial, sin embargo, en diversos estudios, coloquios y aproximaciones, se ha visto justo lo contrario (como ejemplo, ver el documento de la CUAED de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): Pros y contras de la educación a distancia), Pero, como sabemos, a veces los prejuicios son más fuertes que los hechos. Esto último cobra especial relevancia en estos tiempos de coronavirus, particularmente por la llamada enseñanza remota de emergencia, término usado para distinguirla de la educación en línea de alta calidad.
Hoy en día, por la crisis sanitaria, nadie sabe en realidad cuándo se podrá regresar a una relativa normalidad. Por temor a los rebrotes, o nuevas oleadas de la enfermedad, es previsible que los cursos online continúen durante el próximo periodo académico en otoño, así que habrá que hacerse a la idea de que la educación online continuará en el futuro. Este periodo inicial será como de transición. Con ello en mente, las etapas posteriores ya no nos deberían tomar desprevenidos.
En un escenario, en el próximo ciclo escolar, existe la posibilidad de continuar en línea, sobre todo si hay nuevas oleadas de Covid-19 y todavía no se desarrollan vacunas para prevenirlo ni medicamentos para atacarlo. El segundo escenario es regresar a las aulas, pero ya con mejores plataformas para efectuar la educación en línea y poderlas usar como un complemento a la educación presencial. Un tercer escenario sería justo el llamado aprendizaje combinado, que implica tener parte de las clases de forma presencial, y el resto, online, tal como sucede ahora con los llamados sistemas de educación abierta, que contemplan sesiones presenciales, clases online, una fuerte disposición del alumno al autoaprendizaje y que el profesor tome más el rol de un tutor.
Experiencias de aprendizaje más preparadas
Lo cierto es que ahora habrá un poco más de tiempo para la planificación e inversión de recursos, que permitan estar preparados para enfrentar nuevos escenarios, para ésta y otras pandemias que seguramente vendrán en el futuro. La transición será del modelo de aprendizaje remoto de emergencia a experiencias de aprendizaje más cuidadosamente preparadas.
Habrá de considerarse, por ejemplo, el diseño de curso híbrido flexible, que permite a los alumnos elegir el lugar -aula o en línea- y el momento -sincrónico o asincrónico- para participar en clase. Este diseño funciona a la perfección para un curso remoto y flexible, es decir, que se puede cambiar del aula a en línea, o viceversa.
Para cuando vuelva a ser necesario enseñar online
Este modelo, de Diseño Universal para el Aprendizaje, implica ofrecer múltiples vías para que los estudiantes se involucren con el contenido, además de diversas maneras para demostrar evidencia de aprendizaje. En este esquema, así como en los demás también, la comunicación debería ser transparente, empática, proactiva y consistente. El estudiante debe saber qué apoyo se le va a ofrecer y cómo la institución podrá mejorar la experiencia de aprendizaje.
En suma: lo que hemos visto en los últimos meses, ha sido una marcha forzada hacia la enseñanza online, pero ahora existe la oportunidad de aprovechar la actual crisis sanitaria para mejorar la oferta de educación online gracias a la tecnología. Habrá que aprovechar esta etapa para impulsar la transformación digital de la institución, avanzar en la mejora de la enseñanza en línea y ofrecer educación de calidad a nuestros jóvenes.
Más información sobre la educación durante la contingencia está disponible en: www.d2l.com/es/covid-19/
Por Mario Sánchez, director de Latinoamérica de D2L
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