Ya hemos hablado acerca de las importaciones y su papel como puente hacia el desarrollo tecnológico. Esto quiere decir que la importación de componentes para su ensamble local ha permitido a nuestro país demostrar su capacidad para elaborar productos de la más alta calidad y ha hecho posible incorporar paulatinamente un mayor contenido nacional, desarrollando así la industria y acercando a México a un segmento superior en la cadena de valor agregado de América del Norte. Sin embargo, las importaciones conllevan otros beneficios adicionales.
Cuando los productos de importación se incorporan al mercado mexicano a competir por calidad y precio, el consumidor final se ve directamente beneficiado, pero al mismo tiempo, la industria local se ve obligada a invertir en nuevos procesos y tecnologías para mejorar su oferta y conservar sus clientes. La competencia puede ser muy fuerte y provocar la salida de algunos de los competidores nacionales, pero en un mercado sin competencia el consumidor está condenado a pagar más por productos de mala calidad. La experiencia a nivel internacional ha demostrado que las restricciones en materia de importaciones resultan contraproducentes, ya que no sólo encarecen el costo de vida, sino que terminan por dañar aquello que pretendían proteger. En otras palabras, las medidas proteccionistas eventualmente provocan la pérdida de empleos.
Las importaciones también benefician a los consumidores con una gama más amplia de productos y servicios que de otra forma estarían fuera de su alcance. La introducción de nuevos productos importados pone a prueba el gusto del público y crea hábitos de consumo. Los empresarios nacionales pueden identificar dichas oportunidades y desarrollar productos similares a precios competitivos.
El comercio que se genera a través de la importación se refleja en el incremento de ingresos y, al mismo tiempo, representa una serie de desafíos para los fabricantes nacionales que tienen que competir con los productos importados a México. Sin embargo, los ingresos adicionales que recibe el gobierno pueden canalizarse en mejoras a la competitividad de dichos fabricantes. En el mismo orden de ideas, la reducción de barreras arancelarias constituye un gran incentivo para la expansión del comercio exterior, y es entonces cuando la asesoría de un Agente Aduanal resulta indispensable, para que analice la posibilidad de aplicar un tratado de libre comercio o acuerdo internacional y gestione la disminución correspondiente de aranceles de importación.
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