En México se ha decretado el 7 de agosto como el Día Nacional del Pequeño Comerciante. Este es un reconocimiento a la labor que realiza el canal de abasto tradicional con sus más de 1,200,000 puntos de venta, generadores de más de dos millones de autoempleos que dan manutención a cinco millones de personas y responde al 52% de la demanda nacional. Este sistema de abasto es el más completo y eficaz con el que cuenta el país.
Está operado en su mayoría por mujeres trabajadoras que día con día realizan su mayor esfuerzo para hacer que sus pequeñas empresas funcionen con la mayor rentabilidad posible, ofrezcan el mejor de sus servicios a la comunidad y garanticen un abasto esencial, asequible e inocuo a sus clientes.
Para Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC, este trabajo productivo tiene una huella histórica profunda en nuestra cultura. Su hilo deviene de la era prehispánica, donde la actividad comercial se realizaba en espacios abiertos con rutas de operación comercial establecidas y bajo la premisa del intercambio (trueque) de alimentos, utensilios domésticos, vestido y joyería, integrándose de esta manera las distintas áreas culturales del México profundo. A la llegada de los europeos, con su conquista y colonización, la actividad comercial migró de los tianguis a los mercados, espacios de punto de venta fijo y de giros definidos que en alternancia se complementaban con los primeros. De los tianguis y mercados, enriquecimos la actividad comercial con la llegada de las tiendas de abarrotes en el México independiente hasta llegar al presente donde subsisten y persisten los tres carretes de los hilos históricos del pequeño comercio y su devenir en el país.
La actividad comercial es algo más allá de comprar y vender, es una actividad cultural que construye identidad cultural, resarciendo el tejido social y fortaleciendo la unidad familiar. Mucho se especula sobre el supuesto de que el canal de conveniencia, con sus distintas franquicias, terminará por aniquilar al pequeño comercio, nada más lejano de la realidad. Mientras que el de conveniencia es un canal que honra su nombre, al darse en un formato bastante conveniente, el canal tradicional se enriquece con su diversidad y pluralidad de nuestra cultura. En tanto uno simplifica y estandariza, el otro recrea la riqueza y el poder de nuestras culturas. El futuro del pequeño comercio en México es consustancial al futuro de nuestra sociedad, siendo como la vainilla que impregna con su labor el quehacer socioeconómico de nuestra nación.
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