El 70% de las pequeñas y medianas empresas mexicanas desconoce la planeación fiscal y el pago de impuestos alcanza más del 30% de su utilidad anual dijo Mario Rizo, Socio de Salles Sainz Grant Thornton quien mencionó que existe conocimiento contable y fiscal en las PyMEs.
El también miembro de diversos consejos de administración, dijo que en tiempos de inestabilidad e incertidumbre económica, la planeación fiscal permite obtener los mejores resultados “con estricto apego a las disposiciones fiscales vigentes porque permite tomar las mejores decisiones”.
Para Rizo la planeación fiscal responsable y libre de simulación, elusión y evasión es una herramienta que las empresas deben implementar si desean ser competitivas, pero por ignorancia “pagan mayor carga tributaria”.
En general, el primer paso para generar la planificación es identificar los impuestos directos e indirectos. Los primeros son los que restan las utilidades y conforman el Estado de Resultados en las empresas, como el Impuesto Sobre la Renta y la Participación de los Trabajadores en las utilidades. Éste último no es un impuesto propiamente dicho, pero tiene un efecto de deducción de la base del ISR.
Los impuestos indirectos, por otra parte, son el Impuesto al Valor Agregado e Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios y las retenciones que se deben realizar de todos estos impuestos.
El siguiente paso, según Rizo, es mantener un control adecuado de cada uno de los impuestos enunciados, “para evitar salidas innecesarias de efectivo y/o contingencias que generen problemas en el flujo de caja, o inclusive arriesguen a la organización”.
Así, las empresas deben de ver el área de impuestos como un área de apoyo para la planeación estratégica en general, ya que el impacto que los impuestos tienen en los diferentes renglones de los estados financieros es muy importante.
La planeación inicia cuando la empresa formula su presupuesto del año siguiente o su plan estratégico de mediano y largo plazo, ya que el cálculo de los impuestos en estos procesos no debe de realizarse solo aplicando la tasa corporativa, también existen diferencias entre la contabilidad financiera y la fiscal, por lo que se deben presupuestar los diferentes efectos que tiene un manejo distinto.
En este punto “encontramos las depreciaciones contables y fiscales, los anticipos de clientes, los costos y gastos que no son deducibles en el año en que se generan sino cuando se pagan, como son entre otros, los sueldos a empleados, sociedades civiles, anticipos de gastos y aquellas partidas que son deducibles contables pero no fiscales y viceversa”.
También se debe de estimar cuáles serán los pagos provisionales a efectuar. Todo esto ayudará a tener una visión clara del impacto de los impuestos tanto en los resultados netos como en el flujo de efectivo para contar con elementos confiables para la mejor toma de decisiones en la planeación.
Como siguiente paso de este proceso, Rizo comenta que se debe de implementar el seguimiento periódico (mensual es lo más conveniente) del resultado real de los impuestos, preparando una conciliación de los resultados contables contra los resultados fiscales, tanto para el ISR como para la PTU,
Redacción Pymempresario
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