En el marco del Día Internacional de la Educación (el pasado 24 de enero), Silvia Ojeda, directora del Instituto Natura México, enfatiza la importancia de ayudar a las escuelas a ser lugares que generen oportunidades a sus estudiantes, involucrando a los docentes, dotándolos de herramientas y buenas prácticas que les permitan innovar y actualizar sus métodos de enseñanza.
A fin de contribuir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4, cuyo propósito es garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos para el año 2030, el Instituto Natura México hace un llamado a reforzar las estrategias orientadas en lograr aprendizajes fundamentales, que incentiven el desarrollo socioemocional e intelectual de las infancias durante su etapa de primaria baja, con miras a lograr una vida plena, íntegra, participativa e igualitaria.
De acuerdo con la directiva, la educación y el crecimiento personal deben avanzar en paralelo desde los primeros años de vida, ya que en conjunto permiten que surja un aprendizaje estructurado que facilita el desarrollo del pensamiento crítico, la resolución de problemas y la toma de decisiones acordes a la edad, habilidades esenciales para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana y contribuir positivamente a la sociedad.
En ese sentido, es crucial la primera infancia (de 0 a ocho años). Durante los dos primeros años de vida, la cantidad de sinapsis y aprendizajes que pueden llegar a tener las niñas y niños significará una diferencia en sus vidas. Posteriormente, durante los tres primeros años de primaria (entre los seis y ocho años) hay que garantizar los aprendizajes imprescindibles de los estudiantes, pues esto significará la herramienta con la que seguirán aprendiendo en primaria alta y, con suerte, a lo largo de sus vidas.
Todos los esfuerzos realizados en esta etapa de vida, como lo mostró James Heckman, premio Nobel de economía (2000), es la manera más rentable de invertir para un país, pues además de desarrollar de manera significativa su cerebro, permitirá dinamizar y aumentar su creatividad para fortalecer su intelecto, la capacidad de razonar y realizar procesos lógicos. Asimismo, las experiencias positivas en esta etapa se traducen en grandes beneficios, como la equidad y la verdadera posibilidad de romper el ciclo de pobreza.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la atención y educación de la primera infancia es el eje central para tener educación de calidad y un buen proceso de desarrollo, ya que puede sentar las bases para gozar de una buena salud y de una nutrición adecuada, del éxito en el aprendizaje y la educación, el aprendizaje socioemocional y la productividad económica a lo largo de toda la vida.
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