La Generación Z no quiere jefes: o eres líder o eres irrelevante

Las reglas del juego en el mundo laboral están cambiando y, para muchas empresas, el cambio es más que un simple ajuste: es un sismo en la cultura organizacional. La generación Z, esa camada de trabajadores que crecieron con TikTok y Snapchat, no reconoce la jerarquía como la concebían sus predecesores. Para ellos, la relación jefe-empleado simplemente no existe: o tienes liderazgo o no existes.

La jerarquía no es un dogma, es una relación de confianza

Durante décadas, el éxito empresarial se ha basado en estructuras piramidales bien definidas: los empleados trabajan, los mandos intermedios supervisan y los directivos toman decisiones. Pero la generación Z no sigue ese manual. Prefieren trabajar en ambientes horizontales, donde la colaboración es clave y donde los líderes son figuras accesibles con las que pueden interactuar de manera natural, sin necesidad de formalismos.

Para esta generación, el liderazgo se gana con acciones, no con títulos. No les interesa la autoridad impuesta, sino el respeto mutuo basado en la transparencia y el aprendizaje. No es que no respeten la jerarquía, simplemente no la reconocen si no aporta valor.

Sin tiempo para formalismos (ni para jefes que no aportan valor)

Un estudio reciente de Indeed reveló que el 93% de los jóvenes de la generación Z ha hecho “ghosting” a un empleador. Para muchos empresarios esto es inaceptable, pero para ellos, simplemente es una consecuencia natural de su forma de comunicarse. En una era de mensajes directos y efímeros, donde la inmediatez es clave, no hay espacio para procesos burocráticos lentos ni para relaciones laborales forzadas.

Los jóvenes de la generación Z valoran la eficiencia y los resultados por encima de las normas de etiqueta o los protocolos tradicionales. Si no ven un valor claro en una interacción, simplemente la descartan. Y eso incluye a sus jefes.

La crisis de los mandos intermedios: nadie quiere ser “el jefe”

Un dato alarmante para las empresas: el 52% de los profesionales de la generación Z no quiere ascender a cargos intermedios, y el 72% prefiere enfocarse en su crecimiento profesional en lugar de gestionar a otros, según un estudio de Robert Walters. Esto pone en jaque el modelo tradicional de ascensos y carrera corporativa, pues los roles de supervisión simplemente no les resultan atractivos.

En un contexto donde el liderazgo tóxico y la mala gestión se denuncian públicamente, los jóvenes esperan respeto y reciprocidad. Si no ven estas cualidades en sus superiores, simplemente los ignoran.

El desafío empresarial: adaptarse o perder talento

Las empresas que quieran atraer y retener talento de la generación Z deben entender que las antiguas estructuras jerárquicas ya no funcionan. Aquellos que sigan aferrándose a modelos de liderazgo basados en la autoridad y el control perderán relevancia ante una generación que busca inspiración, no imposiciones.

La clave para gestionar a esta generación no es tratar de encajarla en un modelo antiguo, sino rediseñar el modelo. Necesitan líderes accesibles, espacios de trabajo flexibles y una cultura basada en el aprendizaje continuo. Las empresas que comprendan esto no solo atraerán a la generación Z, sino que se posicionarán a la vanguardia del futuro laboral.

El mensaje es claro: el liderazgo no se impone, se gana. Y la generación Z no está dispuesta a seguir a nadie que no lo demuestre.

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