Las acciones de EE. UU. se mantuvieron básicamente estables en una semana corta debido a los días festivos, mientras que bajó la rentabilidad de los bonos a largo plazo. El índice Nasdaq Composite, compuesto mayoritariamente por empresas tecnológicas, logró el mejor resultado con un aumento del 0.45% y cerró la semana en 5,127, mientras que el índice S&P 500 remontó un 0,04% y cerró en 2,090; y el índice Dow Jones Industrial Average bajó un 0.14% y cerró en 17,798. Mientras tanto, la rentabilidad de las letras del Tesoro a 10 años cayó del 2.26% al 2.22%, con el consiguiente aumento de precio.
Tanto las acciones como los bonos se ven afectados por datos económicos heterogéneos, lo que ha inhibido el crecimiento de las ganancias en acciones y, además, constituye uno de los factores que mantienen contenidas las rentabilidades a largo plazo. Esto último es sorprendente en cierta medida, dada la creciente probabilidad de que la Reserva Federal comience a incrementar gradualmente las tasas a corto plazo en diciembre. Creemos que es probable que las rentabilidades a largo plazo permanezcan bajas por un tiempo y, dentro de nuestra cartera de bonos, recomendamos inclinarse a los valores del Tesoro protegidos contra la inflación (Treasury Inflation-Protected Securities, TIPS), que ofrecen cierta cobertura frente a lo que consideramos expectativas irreales de inflación baja.
Ya está disponible el informe de ganancias del tercer trimestre
Ahora que está casi terminada la temporada de ganancias del tercer trimestre, queda claro que las ganancias de las compañías no son lo suficientemente sólidas como para impulsar el alza de las acciones de forma significativa. El crecimiento de las ganancias trimestrales disminuyó un 3.3% año tras año, mientras que el crecimiento de los ingresos se contrajo alrededor del 4.4%. Parte del problema se debe a que, después de años de niveles con récord de alza, cada vez se ejerce más presión sobre los márgenes de ganancias.
Aun así, en las últimas semanas las acciones han logrado subir nuevamente algunos puntos porcentuales respecto del nivel récord gracias a la expansión múltiple (en otras palabras, los inversionistas están dispuestos a pagar más por dólar de ganancias). Con una valoración casi 19 veces mayor en comparación con las ganancias pasadas, el índice S&P 500 ahora cotiza en el decil superior de su rango de valoración de 10 años. Sin embargo, a pesar del respaldo gracias a la expansión múltiple, este año no ha tenido lugar el crecimiento de ganancias necesario para que aumenten las acciones de forma significativa.
Se observa más volatilidad y alzas en lugares inesperados
Mientras tanto, ciertos mercados bursátiles volátiles fuera de EE. UU., concretamente en los mercados emergentes (ME), ofrecen poca tranquilidad a los inversionistas desanimados. El viernes pasado, las acciones chinas de clase A cayeron un 5.5%, la baja más grande desde finales de agosto. Es probable que se mantenga la volatilidad de las acciones chinas debido a la desaceleración del crecimiento económico, la caída de las ganancias (nuevamente acentuada la semana pasada por una disminución abrupta de las ganancias industriales) y más certeza de que algunas firmas se encuentran en dificultades debido a grandes endeudamientos.
No obstante, se destacó al menos uno de los mercados emergentes de manera sorprendente: Argentina. En lo que va del año, aumentaron las acciones en la nación sudamericana, que por mucho tiempo se consideró un mercado a evitar para los inversionistas internacionales. El mercado bursátil ha subido más del 50% en términos locales, lo que se traduce en un 35% en términos de dólares. La semana pasada, el crecimiento de las acciones argentinas estuvo respaldado por el optimismo posterior a la victoria electoral del candidato opositor, Mauricio Macri.
Las rentabilidades a largo plazo aún permanecen estancadas: seguimos inclinándonos por los TIPS
Respecto de los mercados de renta fija, la situación en EE. UU. se asemeja de modo inquietante a las acciones, debido a que este año no se ha observado mucho movimiento en los bonos, aunque sí se puede afirmar que son volátiles. La rentabilidad de las letras del Tesoro de EE. UU. a 10 años se encuentran dentro de los cinco puntos básicos (0.05%) respecto del inicio del año, lo que se debe en parte a la naturaleza moderada de la recuperación económica.
Por ejemplo, la semana pasada hubo una corrección ascendente del producto interno bruto del tercer trimestre, tal como se esperaba; sin embargo, las ganancias se debieron a la desaceleración del ritmo de la liquidación de inventarios. Los datos más recientes confirman la solidez, todavía fluctuante, de la economía en general. Los pedidos de bienes no perecederos superaron ampliamente las expectativas, pero los consumidores permanecen cautos a pesar de los recientes aumentos salariales. Disminuyó el índice de confianza del consumidor, y no se observan aumentos en los gastos de consumo. Finalmente, permanece estancado alrededor de cero uno de los mejores indicadores principales, el índice Chicago Fed National Activity Index, lo que sugiere un crecimiento de aproximadamente el 2.50% para el primer trimestre del 2016.
Dado que la economía se muestra incapaz de superar este umbral por un período razonable, nuestra hipótesis de base constituye un incremento moderado de las rentabilidades a largo plazo en el 2016. Además, hay varios factores no relacionados con el crecimiento económico que deberían evitar que las tasas superen el umbral del 3%: el envejecimiento de la población, una falta de emisión de bonos y una demanda institucional persistente de instrumentos de renta fija. Todo esto aumenta la demanda o reduce la oferta, lo que respalda los precios y, por lo tanto, mantiene las rentabilidades bajas.
¿Qué podría cambiar esta hipótesis? Pueden mencionarse dos posibles catalizadores: una aceleración mucho más abrupta en la economía mundial, que en este momento parece difícil de imaginar, o cierto afianzamiento en las expectativas de inflación, que se presenta como la situación más plausible.
De hecho, podríamos esperar cierta estabilización en la inflación y las expectativas de inflación debido al repunte de la actividad en el mercado laboral, las ineficacias estructurales y la ambigüedad de los aumentos de productividad. Asimismo, debe estabilizarse la inflación de EE. UU. a medida que comienza a disiparse el efecto puntual de una mayor solidez del dólar y la reducción en los precios de la energía en función de los cálculos del índice de precios al consumidor.
Si bien no visualizamos un aumento significativo en la inflación, creemos que las expectativas de inflación podrían ser demasiado optimistas. En estas circunstancias, nos inclinamos por los TIPS en lugar de las letras del Tesoro convencionales en nuestra cartera de bonos.
Russ Koesterich, Director Administrativo, Estratega Principal de Inversiones Globales de BlackRock y para iShares de BlackRock
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