La elaboración de bebidas destiladas de agave ofrece jugosas ganancias cada año, pero también toneladas de desperdicios, que en un mínimo porcentaje se emplean como composta y el resto es una fuente de contaminación.
Concientes de esta problemática, especialistas del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) emprendieron un proyecto para el desarrollo de tecnologías para aprovechar los residuos agrícolas e industriales generados en la explotación del agave, tanto en la producción de bebidas alcohólicas como en la fabricación de textiles.
El doctor Gonzalo Canché Escamilla, líder de la investigación, comentó, “las fibras extraídas de los desechos, mezcladas con polímeros, permiten la elaboración de un material con aplicaciones similares a la madera, la fabricación de láminas acanaladas de uso constructivo en viviendas o de tableros de aglomerados que se pueden emplear para hacer repisas y muebles, entre otros productos”.
Esta tecnología desarrollada en el CICY utiliza las pencas, el quiote o varejón y el bagazo resultante de la cocción y prensado de las piñas durante la extracción de azúcares en la producción de tequila o mezcal.
De acuerdo con Canché Escamilla, el material se elabora mezclando el material fibroso de los desechos del agave y polímeros termoplásticos, empleados por su maleabilidad. Para la implementación del proceso, es necesario separar la materia fibrosa del resto de los elementos, por lo que los investigadores emplean técnicas de cernido.
El doctor aseguró que por el momento el proyecto sólo se llevó hasta nivel planta piloto, en la cual tienen equipos para hacer láminas acanaladas de 15 y 60 centímetros de largo con diferente anchura.
Cabe mencionar que esta investigación surgió en respuesta a una convocatoria de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en 2006, en la que se buscaban nuevas tecnologías que ampliaran la explotación de los agaves en Zacatecas; ya que las pequeñas y medianas empresas productoras de licor de la zona no tienen una adecuada disposición de residuos, ni datos de cuánto se genera.
Elvira Mayén-Lugo