En México, la venta de productos de higiene y protección han crecido exponencialmente; ahora podemos encontrar en cualquier puesto o esquina un sinfín de artículos de limpieza como sanitizadores, toallas desinfectantes, gel antibacterial y artículos de protección personal como gorras, caretas, guantes y mascarillas o cubrebocas como comúnmente se les conoce. Sin embargo, al no existir lineamientos claros para su venta al público, estos podrían no contar con los estándares de calidad requeridos para su correcto funcionamiento lo cual, podría representar un problema para la salud.
En el caso específico de los cubrebocas, en el mercado podemos encontrar mascarillas de todo tipo, pero ¿cuáles son sus beneficios? ¿cómo se deben elaborar mascarillas que garanticen protección? ¿cuáles son sus diferencias? A ciencia cierta, son muy pocos los que pueden dar respuesta a estas interrogantes y en medio de un asunto de salud pública cómo el que estamos enfrentando resulta primordial hacer del conocimiento público cada una de sus implicaciones.
El uso de cubrebocas se ha convertido en una de las medidas básicas de prevención que debemos asumir para hacer frente al COVID-19. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), su función principal es proporcionar una capa adicional que ayude a evitar que las secreciones respiratorias de una persona viajen por el aire y puedan llegar a otras. Es importante señalar que estas máscaras deben usarse como medida además del distanciamiento social, el lavado de manos frecuente y minucioso, así como otras acciones preventivas.
Adicionalmente, de acuerdo con la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA), el riesgo de exposición ocupacional al virus depende de la capacidad de poder llevar acabo el distanciamiento social (al menos 1.5 metros de distancia) entre personas. Para ello, la OSHA ha dividido las tareas laborales en una pirámide de cuatro niveles de exposición de riesgo: riesgo muy alto, alto, medio y bajo.
Bajo este criterio, la CDC elaboró una guía que ayuda a clasificar los diferentes tipos de mascarillas:
- Respiradores o N95: diseñados para reducir la exposición a partículas grandes y pequeñas, se ajustan individualmente al usuario para garantizar un sellado adecuado alrededor de la nariz y la boca. Cuando se usa y se coloca correctamente, hay una fuga mínima cuando el usuario inhala. Un respirador N95 se considera equipo de protección personal (EPP) esencial para los trabajadores de la salud en primera línea que se encuentran en esas categorías de exposición de muy alto y alto riesgo.
- Mascarillas médicas: incluyen mascarillas quirúrgicas, de procedimientos y de atención al paciente. Están diseñadas para proteger al usuario de los fluidos corporales y de las secreciones respiratorias del infectado, y viceversa. Su principal característica es que son de menor ajuste, las cuales brindan una protección del 60 al 70% y deben ser usadas por personas que desarrollan actividades de riesgo medio a alto y que no pertenezcan al sector salud de primera línea, por ejemplo, personal de salud en áreas de identificación inicial, administrativos, personal de limpieza, entre otros.
- Mascarillas de distanciamiento social: incluye cualquier cubierta facial de tela, reutilizable y no médica, destinada a ser usada por el público en general u otras personas en las categorías de exposición de riesgo bajo a medio, para proporcionar una barrera entre el usuario y otras personas en caso de que el usuario esté infectado.
Para su correcto funcionamiento, las mascarillas deben estar elaboradas por telas hidrorepelentes y respirables de 3 capas, aunque también pueden realizarse de telas hechas de algodón 100% o con mezclas de algodón y poliéster, así como de materiales no tejidos (TNT) compuestos de fibras de polipropileno que tienen como función el no permitir la reproducción de bacterias además de ser hidrorepelentes y anti fluidos.
Al adquirir mascarillas elaboradas en telas debemos asegurar que éstas no estén elaboradas de neopreno o caucho sintético ya que estos materiales son impermeables, pero también intranspirables, lo que genera una cámara cerrada que impide que al exhalar se libere el monóxido de carbono, impidiendo el paso del aire.
Las mascarillas de tela o de distanciamiento social – como también son conocidas – son recomendadas para personas que realizan actividades de riesgo medio a bajo, ya que sólo detienen del 30 al 40% del contenido viral. Sin embargo, siempre será más recomendable usar este tipo de mascarillas a no usar ninguna; el objetivo siempre será reducir contagios y si a esto podemos incorporar el uso de caretas más la sana distancia, podríamos obtener una protección más completa, sobre todo en lugares cerrados y/o aglomerados, o dentro del transporte público.
- Mascarillas retardantes al fuego (FR) para trabajadores industriales: Recomendadas principalmente para trabajadores industriales que desempeñan actividades esenciales para mantener activa la economía de nuestro país, existen las mascarillas fabricadas con DuPont™ Nomex®, material inherentemente retardante al fuego (FR) para proteger a los trabajadores del sector energético, de petróleo y minero, entre otros. Entre sus principales funciones destacan el poder ser usadas como cubiertas para rostro, nariz y boca ya que Nomex® brinda una duradera y cómoda protección y se puede encontrar en diferentes estilos como máscaras, pasamontañas, balaclavas y capuchas. De esta manera, el trabajador industrial se protege a sí mismo contra virus y bacterias, y contra los riesgos térmicos a los que su trabajo lo expone.
¿Qué debemos buscar en un cubrebocas?
Según la CDC, debemos considerar cuál es el riesgo de exposición que vamos a enfrentar, sobre de ello poder decidir qué mascarilla es la más adecuada y considerar los siguientes factores:
- Transpirabilidad: No neopreno ni caucho sintético
- Eficiencia de filtración: Existen diferentes niveles de rendimiento cuando se trata de filtrar partículas, virus o bacterias. ¿Su actividad requiere un respirador N95 o puedes usar otro tipo de materiales?
- Tiempo de vida del cubrebocas: Cada uno tiene un tiempo de efectividad, entre mejores sean los materiales, mayor será la durabilidad y la protección.
- Capacidad para descontaminar: ¿Es reutilizable la cubierta facial? Si es así, ¿cómo se puede descontaminar adecuadamente y con qué frecuencia? ¿Qué tan duradero es para múltiples lavados?
Ahora bien, una vez conocidos todos estos factores, es importante saber que:
- Las mascarillas son personales y NO se pueden compartir.
- Las mascarillas NO SE DEBEN TOCAR con las manos sucias. Antes de quitar, poner o ajustarse se deben tener las manos limpias.
- Los cubrebocas tienen tiempo de vida:
- NO LO REUTILICES sino es reutilizable
- Si es reutilizable, LÁVALO con agua y jabón o como se indique
- Deséchalo: Si no presentas síntomas de contagio, corta tu cubrebocas y deposítalo en un contenedor que indique “desecho médico”
- Si presentas síntomas de contagio, deséchalo como tus autoridades médicas te indiquen.
Estas son sólo algunas de las recomendaciones que se deben considerar y tener presentes para el uso adecuado de mascarillas.
En el caso de México, el último estudio realizado por YouGov en asociación con el Instituto de Innovación Global en Salud (IGHI) en el Imperial College of London en julio de este año, colocó a México en el segundo país en el mundo en reportar mayor uso de cubrebocas al salir de casa lo cual puede representar un gran avance en la lucha contra el COVID-19, siempre y cuando se usen y se coloquen adecuadamente. Ahora, el segundo paso es prestar atención en la calidad de los productos para garantizar nuestra protección.
Redacción
Recuerda dejarnos un comentario
RECOMENDAMOS Conoce la solución clave del punto de venta del retail y food service
Te compartimos el siguiente vídeo