En el mundo de los negocios, las acciones de responsabilidad social corporativa (RSC) deben verse como una extensión del papel empresarial y necesitan estar directamente relacionadas con la imagen y las políticas practicadas por la organización. La RSC sólo puede entenderse como tal cuando la organización desarrolla políticas y acuerdos de inclusión y cuando éstas se concentran en el desarrollo de la sociedad en la que actúan.
En épocas de estabilidad económica, empresas de diversos sectores de la economía suelen anunciar grandes inversiones en actividades de RSC, en proyectos culturales y de protección al medioambiente. Sin embargo, en los momentos de crisis es cuando las instituciones filantrópicas y la población necesitada reconocen cuáles son las organizaciones que verdaderamente reafirman su compromiso con la comunidad.
Las empresas que creen en el desarrollo social, en la educación y en el medioambiente, y que mantienen la innovación en la forma de conducir sus negocios, no cambian sus estrategias en períodos de crisis. Al contrario, piensan que los momentos difíciles sirven para establecer prioridades y mantener el apoyo a las comunidades más necesitadas. El mercado especulativo y algunas estrategias mercadotécnicas influyen para que la amplia mayoría de las empresas reduzcan sus gastos en RSC y no la perciban como fundamental para el crecimiento sustentable de la sociedad en la que actúan.
La economía tiene ciclos de altibajos y las empresas privadas se preparan para mantener su salud financiera, pensando, sin duda, que ésta es la mejor opción para sus accionistas. Sin embargo, hay regiones de América Latina que carecen de recursos inclusive en los períodos económicos más prósperos. Y esta población normalmente es puesta en jaque cuando el sector privado recorta gastos.
Un ejemplo que ilustra la importancia de las inversiones en RSC en la región fue la premiación de 14 proyectos de estudiantes latinoamericanos en la mayor feria preuniversitaria del mundo realizada en mayo de este año en los Estados Unidos: la Intel International Science and Engineering Fair (Intel ISEF), que reunió en la ciudad norteamericana de Reno, Nevada, a más de 1,563 alumnos de más de 50 países. Al disputar premios de hasta 4 millones la comitiva latinoamericana conquistó 12 puestos destacados con proyectos dirigidos a la preservación del medio ambiente y al desarrollo de nuevas tecnologías, entre otros temas más. Las experiencias vividas por estos jóvenes y sus contribuciones demuestran claramente cómo la inversión en educación genera innovación y mejoría para su sociedad.
La respuesta a la actual recesión no es cambiar la forma en que una empresa se relaciona con sus funcionarios, sus proveedores y a las comunidades con las cuales interactúa. Cuando hablamos sobre RSC, lo que está en juego es el futuro de los niños, de los adultos y de las generaciones que enfrentarán desafíos más complejos que los actuales. El proceso de degradación de la educación se acentuará si los jóvenes no son incluidos en los beneficios de la sociedad y el medio ambiente seguirá deteriorándose si las fábricas no aprenden a utilizar correctamente el agua; todo esto podrá acentuarse si no hay compromiso de la población, inclusive de funcionarios del sector privado, con programas de voluntariado y si no existen políticas públicas para acelerar la adopción colectiva de las llamadas 3 “Rs” de la sociedad del siglo XXI: reciclar, reutilizar y reducir.
La Responsabilidad Social Corporativa y la sustentabilidad pueden no estar directamente ligadas al éxito en los negocios, sin embargo, son componentes fundamentales para garantizar los desafíos del siglo XXI. Las inversiones en educación e inclusión digital para la búsqueda de igualdad de oportunidades de trabajo, el control de la degradación ambiental y la mejor utilización de los recursos naturales pueden traer en el futuro a las empresas un retorno de inversión directo en su desempeño económico. Actualmente los consumidores están más conscientes e informados sobre los problemas del medio ambiente, lo que impacta directamente en sus elecciones, y esa tendencia seguramente se acentuará de aquí en adelante.
Educación, medio ambiente y sociedad son los principales pilares de la RSC y deben ser prioritarios para la salud social y económica, independientemente de las circunstancias coyunturales de la economía. Incentivar y promover la educación, la inclusión digital, la sustentabilidad ambiental, las iniciativas de voluntariado y el éxito personal y profesional de los jóvenes estudiantes son actitudes de empresas comprometidas con la RSC que, de esa forma, se vuelven las grandes constructoras del futuro.
Rosângela Melatto, gerente de Responsabilidad Social Corporativa de Intel para América Latina