México está viviendo transformaciones importantes en el ámbito económico, entre las que destaca un mayor impulso al emprendimiento enfocado en la creación de empresas de valor agregado que generen riqueza y empleo, sobre todo en sectores no tradicionales.
Se busca que más emprendedores contribuyan a generar capital, no sólo económico, sino también social e intelectual mediante el fortalecimiento de una cultura de la innovación; la cual se distingue, entre otras cosas más, por la aceptación del riesgo como algo necesario para probar nuevas ideas o formas de hacer, y por consiguiente, su eventual fracaso.
Dependiendo la cultura, el fracaso se asume de diferentes maneras. Existen aquellas donde fracasar es sinónimo de aprendizaje para avanzar en cualquier ámbito, generar mayor conocimiento, encontrar nuevas soluciones a una problemática o necesidad, y en muchas ocasiones, como un paso previo a la consecución de los objetivos planteados; en otras, se vive como sinónimo de problema sin solución, “fatalidad” que trae consigo consecuencias de las cuales es difícil reponerse.
En el caso de México estamos viviendo la consolidación de una cultura de la innovación en la que los emprendedores son pieza fundamental, donde aún falta mucho por hacer, cada día somos testigos de más ideas que se atreven a pensar distinto y a desafiar el status quo.
Si bien es cierto que nadie quiere ver fracasar un proyecto emprendedor, la realidad es que el riesgo siempre es latente. Frente a esto, ¿Qué decirle a los emprendedores? ¿Qué consejos darles si han fracasado? ¿Cómo sacarle provecho llegado el momento? ¿Cómo convertirlo en áreas de oportunidad? En Endeavor hemos extraído valiosas lecciones del fracaso:
– Emprender implica la posibilidad de fracasar. Los emprendedores son valientes porque se atreven a pensar en este escenario, por tanto, hay que entender que si hay emprendedores por definición hay fracasos.
– El fracaso es una importante fuente de aprendizaje que dota al emprendedor de nuevas formas de pensar la manera de brindar soluciones en cualquier ámbito. Prueba de ello es que algunos inversionistas de capital de riesgo consideran los fracasos anteriores para invertir en una nueva idea.
– El éxito total en cualquier proyecto es un ideal, la perfección no existe; por lo tanto siempre habrá una oportunidad de hacer mejor las cosas y cambiar si se ha ido por un camino diferente.
– El fracaso es relativo, no existen parámetros objetivos para considerar que algo ha fracasado; lo que para muchos es una falla, para el emprendedor es una oportunidad para re-pensar y re-considerar su idea o proyecto; la clave está en obtener el mejor provecho posible de aquello de lo cual no se tiene control o no es lo deseable.
– El emprendedor no es el fracaso. Cuando el emprendedor fracasa piensa que él es en sí el error, pero hay una realidad: el ser humano falla y tiene límites tanto naturales como culturales, por tanto, es algo común a todos y no solo al emprendedor que lo experimenta.
– Volver a emprender tras un fracaso no sólo es posible, frecuentemente incrementa la posibilidad de éxito. En México somos testigos de emprendedores que han vuelto a arrancar una nueva empresa tras haber fallado, y estos segundos o terceros emprendimientos hoy son casos de éxito.
– La planeación es fundamental para evitar el fracaso y hay que considerar posibles escenarios en todo momento, pero cuando éste se presente, hay que tener un plan alternativo y flexible para hacerle frente.
Pero en realidad, quizá el verdadero fracaso es repetir el mismo error sin aprender la lección o hacer las cosas de manera diferente.
Por: Pilar Aguilar, Directora General Endeavor México
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