El empleado ideal es aquel que llega a su hora de entrada y en todas sus horas de trabajo no deja sus labores para entregar los mejores resultados, pero aceptémoslo, siempre hay distractores, en ocasiones muy necesarios, que suelen impedir estar siempre atento al trabajo, hay que identificar cuáles son destructivos.
En el 10% de las empresas mexicanas existen siete personajes que roban el tiempo en los lugares de trabajo y actúan en todos los sectores productivos, dice Liliana Silva, Directora de Mercadotecnia de Grupo Xtra, “cuando existe un ladrón de tiempo laboral no sólo desciende la productividad sino que se genera un negativo clima laboral e imagen de ineptitud”.
Agregó, “el tiempo perdido en la organización puede representar hasta un día en una semana de trabajo, con los costes que esto implica. Sin embargo, el daño principal está en el ambiente laboral, al percibirse como una organización ineficaz, lenta y burocrática”, señala Silva.
Para la mercadóloga de Grupo Xtra y experta en ambiente organizacional, los siete ladrones del tiempo son estos:
– Autómata. Es el empleado sin iniciativa. Este personaje se instala a ver pasar la jornada, sin aportar absolutamente nada. Sus tareas son rutinarias, no les importa el entorno ni el avance de la empresa y el valor de su trabajo es igual a cero.
Es fácil caer en esta categoría cuando los empleados están desmotivados, cuando han perdido el impulso y cuando están inmersos en una actividad que no nos satisface.
– Hiperactivo. Tiene una sed casi frenética de ocuparse de todo sin priorizar o incluso, sin tener en cuenta si la actividad que realizamos tiene sentido. Quizá en esta categoría se encuentre el mayor porcentaje de trabajadores porque una de las tareas más difíciles a las que se enfrenta un profesional a lo largo de su trayectoria, es justamente a la de definir un objetivo y trazar la ruta para alcanzarlo.
– Inepto. No está preparado para ciertas tareas o para enfrentarlas de manera adecuada, los profesionales que caen en esta categoría, se dejan llevar y no toman el tiempo necesario para reflexionar sobre la pertinencia de sus acciones.
Frecuentemente tienen la solución a un planteamiento, el error es tratar de resolverlo sin tener todos los elementos necesarios, omitir información, trabajar sin orden, organizar prioridades, no saber delegar o permitir que las emociones interfieran en un buen resultado.
– Duplicador. Cualquier tarea la realiza desde cero. Tal vez por ego, apatía o simple distracción, no nos preguntamos si estamos trabajamos sobre algo que ya realizó alguien más, si tenemos las mismas funciones, si hay otro profesional a quien también le compete o está interesado en resolver la misma situación. En nuestros días tenemos un acceso prácticamente ilimitado a recursos, estudios, resultados, análisis de modo y quizá en otra parte alguien ya planteó una idea o una solución a lo que buscamos de modo que sería mucho más productivo invertir nuestro tiempo en averiguar esto que en complicarnos la existencia con acciones inútiles.
– Exagerado. La simplicidad es una de las bases del éxito. Es clásico que algunos profesionales incurran en un exceso de información o de detalles y que en lugar de mejorar el trabajo, lo hacen más confuso. Las tareas de un puesto deben estar orientadas para facilitarle la vida a los involucrados, pero no a perderlos en una cantidad exorbitante de datos irrelevantes o decorativos.
– Inconcluso. Un hecho común entre profesionales es el de no saber priorizar las tareas. Por regla general se debe comenzar con lo más agobiante y complicado para avanzar hacia las actividades menos complejas y hasta satisfactorias. Esta es una manera muy efectiva de programar una recompensa al final para evitar que dejemos las cosas inconclusas, sin embargo, la mayoría suele dejar lo más pesado para el final y la desmotivación origina que dejemos inconclusos los proyectos.
– Impreciso. Otro de problemas comunes en la pérdida de tiempo es la actitud descuidada de algunos profesionales y el poco interés que ponen en la exactitud de sus tareas. De todas las maneras de desperdiciar el trabajo, ésta debería calificar como la más grave de todas pues resulta costosísimo en todos los términos (tiempo, dinero, esfuerzo, recursos, relaciones) reparar el daño ocasionado por una imprecisión.
Redacción Pymempresario
También podría interesarte
Crea una estrategia de motivación y mejora la productividad de tus empleados