Instaladas en México en la década de los 80’s, las microfinancieras han evolucionado en su estructura y funciones, en este aspecto muchas de ellas se consolidaron como instituciones financieras conocidas localmente como SOFOM (Sociedades de Financieras de Objeto Múltiple) o SOFIPO (Sociedades Financieras Populares) dirigidas a los dos sectores de la población y cuya principal función es brindar servicios financieros como ahorros y créditos populares.
Desde la India a Latinoamérica
El origen de este tipo de organizaciones se encuentra en la India. En Latinoamérica desembarcó inicialmente en países como Bolivia y Perú para posteriormente expandirse hacia toda la región. En México, la crisis económica, petrolera y la nacionalización de la banca en los años 80’s, dejó sin cobertura financiera al grueso de la población mexicana, lo que provocó que muchos Organismos No Gubernamentales (ONG’s) se enfocaran a desarrollar actividades financieras orientadas a los sectores desprotegidos a través de préstamos. A principios de los años 90’s, éstas estructuras buscaron formalizarse para convertirse en instituciones financieras.
En la actualidad, las microfinancieras – ya sean ONG’s, Asociaciones Civiles o Bancos- continúan en pleno desarrollo. Este crecimiento se refleja en una participación más activa de la banca privada tradicional, la cual busca ingresar a este mercado creando sus propias empresas de préstamo enfocándose a buscar clientes en este segmento.
En la actualidad hay una fuerte tendencia hacia la concentración de éste mercado, donde las microfinancieras de mayor envergadura, adquieren competidores locales o regionales en busca de crecer y fortalecerse – por ejemplo, ProDesarrollo, organización que se enfoca en reunir a estas instituciones, sumó alrededor de 600 microfinancieras con 2500 sucursales en 2006.
Los datos muestran una realidad contundente: en la actualidad, se calcula la existencia de 1,000 microfinancieras en el país, siendo Veracruz, Puebla, Oaxaca, Chiapas, el Estado de México y el Bajío, las principales zonas donde están distribuidas la mayor parte de estas organizaciones crediticias.
Nichos para cubrir las distintas necesidades
En nuestro país, las microfinancieras están divididas de acuerdo a la metodología con la que trabajan. En tal sentido, existen dos grandes categorías que atienden distintos segmentos.
Créditos individuales: tienen una estructura más institucional, algunas cuentan con capital extranjero, están dirigidos a un mercado más formal; las exigencias son similares a las del banco pero son más flexibles. Al igual que una entidad bancaria tradicional, el público se acerca a las sucursales para hacer la transacción. Por otro lado, tienen divididas sus áreas clave (fuerza comercial y cobranzas) y según el tamaño puede tener internamente divisiones en áreas como finanzas, crédito, auditoria y mercadotecnia.
Créditos solidarios: en su mayoría son otorgados a mujeres, comerciantes informales o microempresarios. Se caracteriza porque un grupo de personas se reúne para solicitar el crédito y apoyarse para pagar. En estas microfinancieras, la propia fuerza de ventas se encarga de realizar el trabajo de campo, reunir grupos, hacer la promoción, la percepción, la parte de cobranza y recolección del dinero.
Este sistema funciona gracias a que el profesional de la microfinanciera – quien gestionó la colocación del crédito en el grupo – es conocido por los clientes / deudores y cuenta con la confianza de ellos, de modo que resulta más fácil realizar la cobranza.
Consideradas como una banca social – al estar dirigidas a la base de la pirámide poblacional – las microfinancieras apuntan hacia un segmento de mercado desechado por la banca comercial y, a su vez, son las únicas fuentes a las que los sectores populares tienen acceso para conseguir créditos, generando así un impacto social, tal es el caso de la Banca del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi) quien apoya a estas instituciones, generando acuerdos globales para adquirir recursos, como software a menor costo, o para brindar capacitaciones, asesorías, entre otras posibilidades. Mientras muchos pueden considerar que la finalidad de las microfinancieras es competir con la banca tradicional, el escenario en el país es exactamente lo opuesto ya que la banca tradicional es la que desea participar en ese nicho.
Por otra parte, en la actualidad, este nicho de mercado continúa creciendo y demanda profesionales especializados, tanto para desempeñarse en aquellas instituciones que quieran desarrollarse en este sector, como grupos que desean convertirse en bancos o bien para consolidar el crecimiento de las microfinancieras. En tal sentido, hemos detectado que algunas empresas incorporan talentos profesionales. Sin embargo, la adaptación a la empresa no siempre es total, con lo cual se generan problemáticas como la rotación de talentos.
Por ello, aquellos profesionales que deseen incorporarse al trabajo dentro de esta clase de empresa deben ser proactivos, tener capacidad de comunicación a diferentes niveles y tener sentido social, es decir, sensibilizarse con el cliente, ser conscientes del impacto y empuje que tiene la microfinanciera en la persona o comunidad que solicita el crédito.
Finalmente, desde la división de Banca y Servicios Financieros, hemos observado el crecimiento y desarrollo de este nicho: reconocemos que la demanda de personal supera la oferta y que estas instituciones necesitan gente adecuada para enfrentar los grandes retos que implica la búsqueda de fondos y trabajar para lograr el crecimiento de la empresa. De este modo, a nivel de las búsquedas en RRHH, las microfinancieras han aprendido de los errores cometidos por otras y son conscientes de la importancia de contar con el talento adecuado.
Por Gabriela Bautista, Executive Manager de Banking & Financial Services de Page Personnel México
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excelente articulo.