Todos los días trabajamos con otros para alcanzar metas comunes o entregar trabajos en los que cada quien debe aportar algo. Sin duda esta labor se facilita cuando “se trabaja en equipo” en lugar de hacerlo individualmente o en un grupo de personas.
¿Es lo mismo trabajar en grupo que en equipo? La respuesta no se hace esperar y es un rotundo no. Para lograrlo debemos enfatizar nuestra atención en algunos procesos humanos básicos: Conocerse, Comunicarse, Coordinarse y generar Confianza.
El primer paso, suena obvio pero no lo hacemos y si lo hacemos somos inconsistentes, se trata de conocer a los miembros del equipo. Hay muchas dinámicas grupales para este fin, sin embargo en todas buscamos compartir la misma información de cada quien; tal como los datos generales (edad, escolaridad, años en la compañía, puesto, estado civil, gustos, aficiones, etc.).
A partir de esta información podemos profundizar compartiendo aspectos más personales de cada miembro del equipo: qué valores rigen mi vida, cómo soy de “buenas y de malas”, dónde estoy en la actualidad y para dónde deseo ir tanto en el plano personal como en el profesional, qué espero de este equipo y cuál será mi compromiso con él. En suma entre más empujemos el conocer al otro y viceversa será más fácil el lograr un apoyo en conjunto.
El segundo aspecto a trabajar es el de comunicación y en esta actividad debemos sentar las bases para identificar y definir aspectos clave sobre la información que haremos común para el equipo, desde mi punto de vista, esto es comunicarse. Tres elementos clave harán de esta puesta en común que la misma fluya eficazmente: instrucciones claras, asertividad y dar y recibir realimentación.
La primera de ellas suena simple y en verdad que no lo es y tiene que ver con la forma más sencilla y clara de expresar lo que se necesita hacer y la sugerencia es utilizar un lenguaje común (coloquial inclusive) para aclarar expectativas del trabajo y los roles de cada quien. Sobre asertividad mucho se ha escrito y se refiere a manifestar (en cualquiera de sus formas: escrita, verbal y corporal) lo que uno piensa y/o siente de manera directa sin el afán de ofender al otro. En otros términos se trata de expresar objetivamente un hecho a otra persona, considerándola como tal, una persona con una diferente forma de percibir la situación.
Finalmente la retadora tarea de dar y recibir realimentación donde será necesario apegarnos estrictamente a compartir los hechos sobre el desempeño de un colaborador del equipo. Procuremos que la comunicación sea: clara, contextual, constructiva, coherente y continua.
La coordinación es la actividad donde se cristalizan los objetivos del equipo en las acciones ejecutadas cotidianamente y la atención debe fijarse en los roles de cada miembro del equipo y en los acuerdos en que deberán resolverse las situaciones problemáticas o conflictivas a las que nos enfrentemos. Asimismo se definen claramente las líneas de reporte y comunicación en el equipo. Partimos de definir la misión del equipo, para qué estamos reunidos y trabajaremos en el futuro, en otras palabras para qué se está formando este equipo.
Por último el reto de crear confianza para generarla hacia afuera hay que primero hacerlo hacia dentro del equipo. El tema aquí es creer firmemente que el otro hará su parte o cumplirá su compromiso sin la necesidad de ejercer presión sobre él. Tarea compleja pues en algunas culturas de empresas, hasta que no se ve no se cree. Me parece que entre más consistentes seamos entre el decir y hacer, más confianza crearemos entre los miembros del equipo.
Una buena práctica entre los equipos de trabajo es crear un Código de Conducta, que de manera breve recoja los acuerdos y puntos relevantes de estas cuatro actividades en la formación de equipos de trabajo.
Mtro. Joaquín J. Salazar García
Líder de opinión Universidad La Salle, Profesor Facultad de Negocios.