Cada día, la incursión de las mujeres en el sector productivo resulta más importante para impulsar nuestro desarrollo como país. A la fecha, en México el 29% de la población total femenina es económicamente activa, sin embargo, llegar hasta dicho punto les ha planteado retos que no sólo tienen que ver con superar tratos discriminatorios o menosprecio, sino con enfrentarse a su propia educación, miedos e inseguridades.
Durante su participación en la conferencia El papel integrador de la mujer en la empresa y la familia, que se realizó como parte del Foro PyME Mujer 2010, Cecilia Durán Mena, especialista de Mirra Consultores, afirmó que ante dicha situación las mujeres no pueden mirar hacia atrás; deben hacer el esfuerzo por convertirse en un “elemento integrador” de los asuntos familiares y profesionales, pues ellos no son excluyentes entre sí.
Dicho con otras palabras, la mujer debe buscar un equilibrio entre sus diferentes responsabilidades, dedicarles la misma atención, el mismo tiempo y entusiasmo, porque su nuevo estatus en la sociedad -siendo en muchos casos el principal sustento familiar- ya no le permite dedicarse exclusivamente a labores domésticas.
Así, Durán Mena indicó los criterios para conseguir una “vida balanceada”:
– Bienestar físico. Cuando sus actividades laborales terminan, generalmente las mujeres llegan a casa para realizar las domésticas. Es cierto que ello cumple con la recomendación de brindar a los dos ámbitos la misma atención, pero no hay que exigirle de más al cuerpo, la salud es lo primero, por eso hay que aprender a trabajar en equipo, delegar responsabilidades a otros familiares o compañeros de trabajo.
– Bienestar social. Las mujeres empresarias no deben tener como función exclusiva el cumplir sus labores. Como cualquier ser humano necesitan incursionar en diferentes ámbitos para alcanzar la plenitud y evitar el fastidio, por ello es recomendable medir tiempos, establecer horarios que les permitan involucrarse en asuntos familiares, de amigos y ocio, etc.
– Bienestar profesional. Una de las principales barreras para las empresarias es la culpa y la autocrítica destructiva. Frases como “yo debería…” le impiden dar su mejor esfuerzo en la esfera profesional y, también ser muy duras consigo mismas al cometer errores.
Tener bien claro que nadie es perfecto y que las fallas son oportunidades de aprendizaje, ayuda a superar estos obstáculos.
Karina Hernández Barrera