En México, un negocio vive 7.7 años en promedio; y en los últimos cuatro años desaparecieron 1.6 millones de empresas, lo que representa el 37% del total que se tiene registrado en el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE). Estas cifras preocupan si tomamos en cuenta que las pequeñas y medianas empresas (Pymes) son la columna vertebral del desarrollo nacional. Pero, ¿qué es lo que ocasiona que cierren al poco tiempo de iniciar operaciones?
Un análisis de la consultora Salles Sainz Grant Thornton detectó que los principales aspectos que impiden la permanencia y crecimiento de las Pymes mexicanas son: escasez de capital (99%), mala operación de fondos (96%), falta de experiencia (79%), carecer de buenos sistemas de información (59%), excesivas inversiones en activos fijos (58%) y errores en la fijación de estrategias (46%).
El reto para dar solidez a la economía del país, además de incentivar la creación de nuevas Pymes, es fortalecer las ya existentes. Por ello, es importante que los emprendedores y empresarios conozcan los errores típicos que se cometen al iniciar un proyecto y las prácticas que ponen en riesgo la estabilidad y sobrevivencia de sus negocios:
No planificar: tener un plan de negocios ayuda a visualizar el mercado meta, el valor agregado del producto o servicio a ofrecer, qué canales de distribución y comercialización son los idóneos, así como establecer presupuestos y procesos para facilitar la operación, etc.
Falta de visión: esto significa apegarse a la estrategia de trabajo inicial y no adaptarla a los resultados financieros que obtenga la empresa en el primer año de actividades y a lo que dicte el mercado.
No capacitarse: sin los conocimientos necesarios en diferentes ramas como la legal, financiera, fiscal y operativa, no podrá materializarse el crecimiento del negocio.
Mala administración: es la causa por la que 43% de las Pymes mexicanas cierran, según la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros (Condusef). Por ello es que gestionar el capital, fijar salarios, controlar el flujo de efectivo, etc., son actividades que requieren especialistas y herramientas que les den el seguimiento adecuado.
Carecer de controles financieros: llevar el registro del día a día (qué y cuánto se vendió, cuánto se gastó, etc.) debe ser una disciplina rigurosa.
Ausencia de análisis estratégico: no contar con información exacta, confiable y en tiempo real que nos indique el desempeño de la compañía llevará a una incorrecta toma de decisiones.
Dificultades con el fisco: es indispensable conocer y comprender las disposiciones fiscales que deben cumplirse tras iniciar operaciones, como facturar, emitir recibos de nómina digitales y enviar la contabilidad electrónica a la autoridad, etc.
En resumen, desde el inicio se deben tener muy claros los objetivos, misión y visión de un negocio y, una vez que arrancamos, es crucial monitorear y evaluar todos los procesos administrativos, contables, financieros y operativos, así como medir el rendimiento de cada paso que damos para poder actuar de forma acertada.
Gilberto Sánchez, director general de Aspel
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