La Unesco les confiere el título de Patrimonio de la Humanidad a aquellos lugares del planeta (bosques, montañas, lagos, desiertos, monumentos, complejos arquitectónicos) que tienen un “valor universal excepcional” y, además, satisfacen al menos uno de sus 10 criterios de selección, tales como representar una obra maestra del genio creativo humano, ser
testimonio de una civilización ya desaparecida, ser escenario de fenómenos naturales superlativos o áreas de excepcional belleza paisajística, o bien contener hábitats naturales representativos de la biodiversidad, como aquellos que albergan a especies amenazadas.
Recientemente la Unesco, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Unión de Científicos Preocupados dieron a conocer el informe Patrimonio de la Humanidad en un clima cambiante, en el que alerta acerca de la creciente vulnerabilidad a los impactos del cambio climático de algunos de los sitios considerados como tal. Los efectos del clima se ven agravados por el desarrollo mal planificado del turismo, el acceso descontrolado de visitantes y la escasa conciencia ecológica. De los 30 sitios señalados en el reporte, seis están en América Latina.
Conjunto de monumentos de Cartagena (Colombia)
Cartagena fue una de las primeras ciudades de América Latina en desarrollar un programa de adaptación al cambio climático. El Plan 4C (“Una Cartagena Competitiva y Compatible con el Clima”), que consta de cinco estrategias: barrios adaptados al cambio climático; protección del patrimonio histórico; adaptación basada en ecosistemas; turismo comprometido con el cambio climático; y puertos e industria compatibles con el clima.
Coro y su puerto (Venezuela)
En Coro se implementaron diversas acciones de emergencia, encaminadas a corregir las causas del deterioro del patrimonio histórico y a revertir sus consecuencias, se mejoraron las redes de drenaje y se pusieron en marcha otras obras de saneamiento. En 2015 la Unesco reconoció estos esfuerzos por parte del Estado y la ciudadanía.
Islas Galápagos (Ecuador)
La nueva directora del Parque Nacional Galápagos, África Berdonces, estableció como una de las prioridades de su gestión un modelo de zonificación de las áreas protegidas del archipiélago, en términos de justicia ambiental y responsabilidad social. La meta: asegurar un desarrollo sostenible para la población local y las generaciones futuras.
Parque Nacional de Huascarán (Perú)
En 2015 la Unesco lanzó un proyecto para gestionar los recursos hídricos del parque peruano y adaptarlo al cambio climático. El programa procura proteger ese imponente nevado, que en las últimas décadas ha perdido casi el 22% de su volumen glaciar. La iniciativa se basa en tres líneas de acción: la sensibilización de la población, la capacitación de la comunidad educativa y el fortalecimiento de las capacidades de autoridades y líderes locales para el diseño de estrategias de adaptación al cambio climático.
Reserva de Mata Atlántica del Sudeste (Brasil) Es digna de destacar la labor de la Rede de ONGs da Mata Atlântica, una alianza que congrega a unas 300 ONG que actúan en defensa de este ecosistema brasileño. Su objetivo es la defensa, la preservación y la recuperación de la Mata Atlántica, a través de la promoción del intercambio de información, la movilización ciudadana, la acción política coordinada y el mutuo apoyo entre ambientalistas, nucleados a través de una plataforma de monitoreo participativo.
Parque Nacional Rapa Nui (Isla de Pascua, Chile) En 2013, un proyecto conjunto del BID y la Corporación Nacional Forestal permitió recuperar los jardines ancestrales de la Isla de Pascua. Y en 2014, gracias a un convenio entre el Ministerio de Agricultura y la Sociedad Jacques Cousteau, se reforestaron 1400 hectáreas erosionadas. Hay unos cuantos proyectos innovadores que contribuyen a preservar el este patrimonio global. CyArk, por ejemplo, viene produciendo desde 2003 una librería virtual en 3D sobre los sitios culturales más importantes del mundo, antes de que se pierdan debido a desastres naturales, guerras, terrorismo, crecimiento urbano descontrolado o el paso natural del tiempo.
El Hellenic Centre for Marine Research griego hace algo similar pero aplicado a especies marinas. Otros proyectos asociados a la preservación de la biodiversidad marina son MARBIGEN y ViBRANT. Por otro lado, Monitoring Heritage System es un sistema de monitorización con sensores que registra, evalúa y controla diversos parámetros críticos para la conservación del Patrimonio Histórico, con el objetivo de asegurar su sostenibilidad, y que fue incorporado al programa de Telefónica Smart Patrimonio.
Otra iniciativa digna de ser destacada fue el célebre E-Ship, el primer barco-escuela de emprendimiento e innovación, que en marzo de 2013 navegó durante siete días por la Patagonia chilena con 80 estudiantes y 20 expertos a bordo, con el propósito de encontrar soluciones a amenazas ambientales específicas de la región. En sintonía con esta faceta educativa de la problemática, el Consejo Mundial de Turismo Sostenible (GSTC) ha establecido taxativamente los criterios que deben satisfacer los diferentes destinos turísticos para poder ser considerados respetuosos del turismo sostenible, y la UNESCO ha sistematizado su estudio y el del Ecoturismo, uno de sus principales subgéneros.
Hoy urge la implementación de nuevas iniciativas eficientes de turismo sostenible que contribuyan a mejorar la calidad de vida en las regiones más vulnerables —y en especial, la de las poblaciones con menos recursos— al tiempo que garanticen la conservación del medio ambiente y los valores socioculturales de las comunidades.
Alejandra Luzardo, Cofundadora de Demand Solutions, Líder y Estratega de Innovación, Economías Creativas y Emprendimiento del BID (Twitter: @Alejandral)
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