Renovarse o morir, es el dilema. La respuesta: la innovación. Innovar significa cambiar, esto es, hacer las cosas de una manera diferente o bien, hacer cosas diferentes. La innovación va desde el invento de tecnologías o procesos radicales o disruptivos hasta los ajustes más simples que hacen diferencias sustanciales:
1.- Innovaciones radicales o disruptivas. A partir del surgimiento de nuevas tecnologías, mercados, procesos o productos, se generan nuevas industrias y nuevas formas de relaciones sociales. Ejemplos: en la antigüedad, la rueda; en las últimas décadas, el internet.
2.- Innovaciones graduales o incrementales. Ocurren a través de cambios que marcan diferencias en el desempeño de una organización, una empresa, una máquina, un producto o un proceso, que son acumulados. Ejemplos: el ingreso de la función de una televisión en el teléfono celular, pues ambas tecnologías ya existen y simplemente se integran; una nueva forma de comercializar un producto, que antes utilizaba los canales tradicionales.
Dentro de una empresa, la innovación puede propiciarse al desarrollar un nuevo producto o servicio, mejorar un proceso, generar una nueva aplicación industrial, implantar una nueva forma de organización o de comercialización e incluso, un nuevo modelo de negocio.
Esto significa que cualquier empresa puede ser innovadora. De hecho, la mayoría de las empresas realiza innovación y con frecuencia, no lo saben. Cuando eso ocurre, pierden la oportunidad de explotar ventajas que pueden ponerlas por encima de sus competidores.
Lo ideal es que las empresas se preparen para realizar innovación de manera planeada y controlada, pues esto les ayudará a generar ventajas competitivas, es decir, a hacerlas diferentes con respecto a sus competidores; esto implica:
1.- Definir estrategias. Determinar objetivos con respecto a su posición en el mercado, qué mercado quiere atender, identificar aliados, beneficios a obtener y si el proyecto encaja en la filosofía empresarial, definir criterios para seleccionar los proyectos que efectivamente, generen beneficios a la empresa.
2.- Planear. Diseñar las propuestas y proyectos que ayudarán al cumplimiento de los objetivos, determinar presupuestos, identificar las fuentes de financiamiento y retornos de la inversión, dimensión de la infraestructura necesaria (esto implica costos), el estudio de mercado, etc.
3.- Estudio del estado de la técnica. Este análisis ayudará a la empresa a identificar si tiene oportunidades de generar una nueva patente, diseño industrial o algún otro tipo de título de propiedad industrial. También le indicará si vale la pena la inversión, además de darle información que le evite invadir derechos de terceros, pues el costo de las demandas legales por este hecho suelen ser muy elevadas.
4.- Gestionar financiamiento. Identificar fuentes de financiamiento que le permitan cubrir parcialmente los costos de los proyectos. Aquí es importante recordar que cualquier inversionista público o privado, se asegurará de que la empresa también aporte, ya que esto significa que existe el compromiso y la confianza en el proyecto.
5.- Administrar proyectos. Significa ejecutar, dirigir y controlar recursos financieros, humanos, materiales y objetivos.
6.- Identificar aliados. Los aliados son las fuentes de financiamiento, proveedores, gente dispuesta a participar en pruebas piloto, consultores especializados, el equipo de trabajo específico para el proyecto, las autoridades locales, por ejemplo.
Lo más importante, el empresario tiene que estar convencido de que realizar innovación requiere invertir tiempo y recursos y requiere tener una visión de largo plazo, siempre pensando en que trabajará en crear nuevas ventajas competitivas y una imagen sólida en el mercado, esto es, formar una empresa fuerte adelantándose al cambio.
Por Dra. Alejandra Herrera M.
Sendatek, Asesores en Innovación http://www.sendatek.mx
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