En la última década, los ciberincidentes divulgados en Latinoamérica crecieron un 25% anual, superando el ritmo global del 21%, según el informe del Banco Mundial presentado en el libro Economía de la ciberseguridad para los mercados emergentes (2024). Este acelerado aumento, especialmente en la región de América Latina y el Caribe, está vinculado a una combinación de factores, incluyendo la creciente digitalización, el auge del comercio electrónico y la proliferación de dispositivos IoT, acompañados de una débil inversión en ciberseguridad y falta de regulaciones.
Una región en la mira de los atacantes
Camilo Gutiérrez Amaya, Jefe del Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica, destaca que los países en desarrollo enfrentan un desafío significativo al no equiparar su inversión en ciberseguridad con el ritmo de adopción tecnológica. Por ejemplo, durante la última década:
- El uso de dispositivos IoT creció un 145%.
- El comercio electrónico aumentó un 280%.
- Las herramientas digitales de gestión gubernamental tuvieron un salto exponencial, especialmente tras la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, la protección no ha ido a la par, lo que convierte a la región en un objetivo atractivo para los atacantes.
Sectores bajo ataque
El informe detalla que los sectores más afectados varían según el nivel de ingresos de los países:
- En países en desarrollo, las entidades gubernamentales fueron las más atacadas, concentrando el 30% de los incidentes.
- En países de altos ingresos, el sector Salud fue el principal objetivo, con un creciente número de ataques de ransomware que comprometieron servicios esenciales.
Además, las motivaciones financieras, que dominan a nivel global con un 73.9%, se reducen al 41% en países en desarrollo, lo que evidencia la diversidad de intereses detrás de los ataques en esta región.
El costo económico de los ciberataques
Uno de los ejemplos más impactantes en Latinoamérica ocurrió en 2022, cuando el grupo de ransomware Conti atacó sistemas gubernamentales en Costa Rica. Este incidente disruptivo dejó inactivos servicios clave, generando un costo estimado del 2.4% del PIB del país, según el Banco Mundial.
Reducir la incidencia de ataques podría tener un impacto positivo significativo en las economías de la región. El informe estima que, si un país en desarrollo logra disminuir sus incidentes anuales de 50 a 7, alcanzando el cuartil superior de naciones con menor cantidad de ataques, su PIB podría aumentar en 1.5 puntos.
Estrategias para fortalecer la ciberseguridad
Para enfrentar este panorama, es fundamental que los países de la región adopten estrategias robustas de ciberseguridad. Estas deben incluir:
- Fortalecimiento de las defensas cibernéticas: Incrementar la inversión en tecnologías de protección.
- Colaboración internacional: Aprender de modelos exitosos implementados en países avanzados.
- Desarrollo de tecnologías emergentes: Impulsar la innovación para mitigar riesgos.
“La ciberseguridad ya no es opcional, especialmente para los sectores gubernamentales y estratégicos. Debemos avanzar hacia un enfoque integral que combine regulación, tecnología y cooperación internacional para minimizar el impacto económico y social de estos incidentes”, concluye Camilo Gutiérrez Amaya.
Un futuro más seguro requiere acción inmediata
Con la aceleración de los ciberataques en la región, queda claro que invertir en ciberseguridad no solo protege infraestructuras críticas, sino que también puede convertirse en un motor de crecimiento económico. La clave para los países en desarrollo radica en actuar con determinación, reconociendo que cada esfuerzo en seguridad digital contribuye no solo a reducir riesgos, sino también a construir un futuro más próspero y seguro.
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