Llevar los problemas de la casa a la empresa, tener preferencias para entrega de puestos y recompensas, dejar que los sentimientos influyan en las decisiones de negocio y suponer desempeños negativos con base en situaciones personales del pasado son características de la empresa familiar que pueden poner en riesgo su funcionamiento, sin embargo existen técnicas para minimizan los conflictos.
En México existen alrededor de 10 millones de negocios familiares que ocupan a más de 14 millones de personas; de ellas, 71% están en la primera generación y siete de cada diez pone la mayoría de las acciones en poder de la familia, sin acceso a empleados no familiares.
Estas organizaciones deben lidiar cada día con el hecho de que no hay una línea divisoria entre la familia y el trabajo, o que al ingresar al negocio no se ve al familiar como un empleado nuevo, ni al dueño como un jefe tradicional; todo ello frena la profesionalización de la compañía.
También se destaca que ocho de cada diez empresas familiares no tienen estipuladas reglas para quienes quieran trabajar en el negocio, y que 64% no brinda oportunidades de ascenso a puestos clave para miembros no familiares: “no es aceptable que algunos [colaboradores] lleguen tarde y se tomen atribuciones como mucho tiempo para comer o sacar dinero para algo personal”, señaló Horacio Mendoza, del Centro de Desarrollo de Empresarios de Nacional Financiera.
Tomar recursos de la empresa para fines personales es común en todo tipo de organización que inicia operaciones, sin embargo la situación puede ser más grave en empresas familiares donde otros miembros, además del dueño, se sienten con derecho de tomar recursos, descapitalizando al negocio.
Para evitar el problema y tener las cuentas claras, Mendoza recomendó: “debemos conocer el punto de equilibrio financiero, es decir la suma de los costos y gastos mensuales que deben ser por lo menos iguales a las ventas mensuales, aunque lo ideal es que haya un sobrante es decir las ganancias esperadas, con lo cual se forma la cuota mínima mensual de ventas, y si se vende por debajo de eso no es negocio”.
Otro tema a destacar que suele poner en peligro la permanencia del negocio es que en un inicio opera el hombre orquesta, el fundador que tiene que hacer de todo, “paga un precio muy alto en desgaste pero lo capitaliza bien porque domina lo que hace”. Sin embargo, debe aprender a delegar responsabilidades en cuanto la empresa logre estabilizarse: “delegar es un ingrediente fundamental para profesionalizar al equipo de trabajo pero hay que supervisar porque de lo contrario no funciona”.
Pese a existir excelentes lazos familiares, el especialista recomienda no poner toda la confianza en ello, “tu familia te tocó, no la escogiste y no puedes confiar porque en ocasiones gente que quieres te traiciona, por ello debe haber claridad, manejar los negocios como lo harías con cualquier desconocido”.
Y es que si bien el que algunos valores de la familia permeen a la organización puede resultar positivo, en otros casos obliga a la toma de decisiones por intuición, herencia, o incluso por desesperación, llevando a la indefinición de roles y remuneraciones ligadas a los sentimientos.
La sucesión en las empresas familiares es uno de los aspectos que más preocupa, sobre todo porque 82% de los empresas afirma no tener reglas por escrito para efectuar este proceso, “estamos limitados culturalmente, cuando se habla del tema los fundadores creen que los quieren quitar”.
De hecho sólo tres de cada diez empresas llegan a la segunda generación, y de ellas únicamente una tercera parte llega a la tercera, “no hay una intención de continuidad, hay que ver todos los escenarios, el hijo mayor no necesariamente tiene interés en el negocio, y si no lo quiere continuar no significa que tiene que desaparecer cuando el dueño muera o se retire”. Por todo lo anterior es muy importante dejar claro el procedimiento a seguir.
Otra de las formas que Mendoza identifica para reducir el riesgo de que la empresa desaparezca cuando el fundador muere es el testamento; es un documento que no preocupa a seis de cada diez propietarios, quienes declaran no haber hecho este trámite. Consciente de que es necesario invertir en ello, recordó que septiembre es el mes del testamento, por lo cual podrían conseguir un mejor precio, o simplemente los invita a hacer una nota donde expliquen su voluntad.
El tema debiera ser de especial importancia para aquellas organizaciones compuestas por socios, pues de no dejar claros los lineamientos, al morir uno de ellos, su pareja puede reclamar su parte de acciones en efectivo llevando a la empresa incluso al cierre.
En cualquiera de los casos la comunicación debe ser la clave para que este tipo de negocios prosperen a través del tiempo.
Ariadna Cruz