Aunque el fracaso forma parte de la naturaleza del ser humano y del día a día de las empresas, rara vez se estudian sus impactos o se indaga para aprender de esos errores, esto ha llevado a que el miedo al fracaso se generalice y como consecuencia, el 24% de los proyectos impulsados por los colaboradores de una organización se detienen por miedo a fracasar.
En el Reporte Failure At Work 2023: Tendencias, Datos e Insights sobre el Fracaso en el Lugar de Trabajo (2022-2023), Fuckup Nights hace un diagnóstico para evaluar la relación e impacto del fracaso en las empresas con el objetivo de identificar áreas de mejora y oportunidades de crecimiento en su cultura de trabajo.
El estudio revela que, aunque en 2023, el porcentaje de proyectos parados por miedo al fracaso disminuyó (en 2022, fue de 32%), se trata de un tema recurrente en las organizaciones, lo que demuestra que aún hay mucho trabajo por hacer hacia la transformación en la narrativa del fracaso.
Para Eric Jiménez, Gerente General Global de Fuckup Nights, cometer errores es algo inevitable, el verdadero problema es que se atribuye a rasgos negativos de las empresas y colaboradores, cuando en realidad es un elemento clave del proceso de aprendizaje, que, si se esconde abajo de la alfombra por miedo o pena, se están perdiendo importantes oportunidades para alcanzar metas ambiciosas.
La confianza es otro tema pendiente. Datos de Fuckup Nights arrojan que el 36.3% de las personas prefiere postergar los resultados de su proyecto por miedo a que necesiten mejoras, se trata de un indicador que en 2023 creció en comparación con 2022 cuando se registró un 33.5%.
El mismo estudio señala que el 11.7% de los colaboradores normalmente implican a alguien en los proyectos porque si algo sale mal, no son los únicos responsables. Además, el 21.3% prefieren dejar de proponer ideas por miedo a que sean rechazadas.
¿Qué deben hacer las empresas ante el fracaso? De acuerdo con Fuckup Nights, las organizaciones pueden transformar su forma de afrontar el fracaso si llevan a cabo las siguientes acciones:
- Fomentar una cultura laboral abierta al fracaso
“Se necesitan empresas que acepten y aprendan del fracaso en lugar de castigarlo. La innovación y el progreso están vinculados con la audacia, la valentía y el valor de intentarlo”, comenta Jiménez.
- Entender el fracaso como una experiencia humana
Todas las personas se equivocan, las empresas que logren entender el fracaso como parte de la experiencia humana y no como un rasgo negativo de su equipo, están un paso adelante.
- Compartir historias de fracaso
Si las empresas crean espacios seguros para hablar del fracaso, el equipo se sentirá menos vulnerable y tomará de manera efectiva cualquier retroalimentación, es decir, lograran analizar y aprender de los errores.
“Aprender a gestionar el fracaso no solo fortalece la resiliencia de una empresa, sino que la hace más competitiva. En lugar de temerle, abracémoslo como un compañero de viaje en el camino hacia el éxito. Sólo a través de la aceptación y la adaptación constante podemos construir empresas transformadoras”, concluye Eric Jiménez.
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