El proceso de internacionalización de cualquier empresa plantea la oportunidad de participar en nuevos mercados donde es factible crecer. Contar con una oferta exportable de calidad es un gran reto, pero no es el único, para potencializar las posibilidades de desarrollo y crecimiento, las empresas también deben contar con una asesoría integral.
Ocho características que debe tener una PyME que piense en internacionalizarse:
– Ofrecer un producto de calidad y competitivo considerando estándares internacionales en su diseño y producción.
– Elegir el mercado teniendo en cuenta criterios como similitud, proximidad, expectativas de crecimiento, estabilidad, familiaridad o minimización del riesgo.
– Introducirse en el mercado elegido, una vez analizadas las distintas vías de acceso: exportación, explotación de licencia o inversión productiva.
– Decidir el enfoque del negocio.
– Definir la estrategia internacional.
– Elaborar el plan de negocio.
– Tener al personal adecuado.
– Establecer los mecanismos adecuados de coordinación y control.
La internacionalización de una PyME suele ser una opción para cuando la demanda interna se estanca. Es así como este proceso actúa como un motor de crecimiento ante la inminente globalización del mercado, ya que al diversificar los mercados se diversifica también el riesgo.
Beneficios de la internacionalización de las PyMEs:
– Se obtiene un mejor conocimiento de la oferta internacional. Es decir, conocer qué ofrece la competencia, las novedades, y avances del sector, lo que fomenta la innovación para ofrecer nuevos productos.
– Se optimiza la capacidad productiva excedente de la empresa, al utilizar de manera óptima la infraestructura humana, material y económica que la empresa ya posee.
– Permite mejorar la competitividad en el nivel producción y financiero, lo que se traduce en un incremento de ventas.
– Se aumenta la capacidad de adaptación a la normativa, usos y costumbres de los mercados destino.
En cuanto a la economía de un país, la internacionalización de las PyMEs tiene impacto en diversos aspectos:
– Se genera una producción de efecto arrastre con resultados positivos para todo el tejido empresarial pues favorece el mantenimiento y crecimiento de industrias auxiliares y componentes.
– Se mantiene el empleo, fomenta la capacitación y eleva los salarios.
– Se mejora la competitividad en el mercado local. Con la mejora de los procesos, se obliga a las demás empresas a modernizarse.
Por Brendan Quirk, líder regional de RSM América Latina, firma de Auditoría, Impuestos y Consultoría de Negocios.
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