Se espera que para el 2050 la población mundial sea de más de 9 mil millones de personas. Esta estimación no es sencilla, el crecimiento de nuestros días al 2050 se prevé en unos dos mil millones de personas más de las que actualmente habitamos la tierra, lo cual implica que la producción mundial de comida tiene que duplicarse.
El gran reto es: ¿cómo proveer de seguridad alimentaria a los habitantes de la tierra con menores impactos negativos ambientales y sociales?
La agricultura sostenible parece tener la respuesta. En ella convergen aspectos ambientales, económicos y sociales. Ambientalmente, se enfoca en la protección y mejora de problemáticas como el cambio climático, la energía, escasez de agua, biodiversidad y degradación del suelo.
Socialmente, tiene que ver con los derechos humanos de los involucrados, la salud de las comunidades, calidad, acceso a los alimentos, bienestar animal, entre otros factores.
Económicamente, tiene que ver con la productividad, eficiencia y competitividad.
La industria alimentaria necesita en el largo plazo, el suministro de materias primas naturales de calidad. Las prácticas de agricultura sostenible ayudan a las empresas a garantizar un suministro fiable. Las empresas que se suman a este desafío son las que estarán destinadas a crecer y permanecer, por lo tanto, también a generar empleos y bienestar a su alrededor.
Cada vez más, los consumidores nos detenemos a indagar el origen de lo que compramos o comemos, esa cadena de valor es la que hay que fortalecer y comunicar, pues ya resulta ser un punto diferenciador y decisivo en las compras, sin embargo, cada vez lo será en mayor medida.
Por otro lado, y visto en términos de sustentabilidad, los recursos naturales son limitados, el capital natural no es utilizado de manera consciente, tenemos un gran camino por recorrer en cuidado y preservación ambientales. Es por ello que la agricultura sostenible se encamina como una de las soluciones a estos problemas, una forma respetuosa de sembrar la tierra y aprovecharla sin llegar a la explotación, buscando abastecer necesidades de alimentación y reactivar que le fueron quitados poco a poco a estas prácticas.
En México ha sido adoptada lentamente, lo cual deja grandes áreas de oportunidad para su desarrollo y expansión, sin embargo, no es una práctica nueva, ha estado presente por varias décadas en el país.
La preocupación ambiental, económica y social que cada día crece en términos de incertidumbre, puede encontrar en esta práctica una de las respuestas para satisfacer necesidades primarias al menos, de los alrededores, buscando expandir su práctica y popularidad.
Es una actividad sobre la que vale la pena aprender y poner manos a la obra, se trata de pensar en el largo plazo y las próximas generaciones, es un llamado a volver a los orígenes, a la tierra, para obtener de ella bondades mediante un ciclo responsable y respetuoso.
Mtra. Carmen Carranza Pineda
Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México.
Recuerda dejarnos un comentario
Da click aquí para ver nuestra nota recomendada
Te compartimos el siguiente vídeo: