Actualmente el modelo económico que prevalece en el mundo es un modelo lineal, que consiste en promover un consumo constante con bienes y servicios de vida útil de corto plazo, basándose en el esquema de extracción, producción, consumo y disposición final. Esto hace que el modelo sea insostenible en todos los puntos de la cadena mencionada desde la producción hasta la disposición final que se ofrecen en el mercado. La economía circular va más allá de buscar transformar el esquema, basándose en las tres R’s: “reducir, reusar y reciclar”.
Forbes define economía circular como: “modo de producción del futuro, a fin de lograr que cada producto tenga múltiples ciclos de uso y producción, es decir, que el fin de un producto alimente el comienzo de otro.” Es decir que busca acercarnos nuevamente a la forma en que funciona la naturaleza, donde no existe la basura ya que a partir del flujo de energía y el reciclado de materia a través de los diversos ecosistemas de nuestro planeta las materias primas se convierten en seres vivos o en compuestos que posteriormente se transforman convirtiéndose nuevamente en materias primas y así todo sigue un ciclo y cumplen con una función. Todo esto se funda en los ciclos biogeoquímicos, ya que las moléculas de carbón, nitrógeno, fosforo, agua, etc, pasan de la dimensión biológica, a la química y a la geológica. El más sencillo de explicar es el ciclo biogeoquímico del agua que pasa de estar en el mar a subir a las nubes, a estar en el organismo de los seres vivos y a regresar al ambiente.
Hace algunas semanas la LXIV Legislatura de la Cámara de Senadores del Honorable Congreso de la Unión, presentó la iniciativa con proyecto de decreto para poner a consideración la “ley general de economía circular” dentro de la exposición de motivos hace referencia a los problemas socioambientales que enfrentamos actualmente todos los países del mundo como son: la presión demográfica, el desarrollo económico; la rápida urbanización y la aceleración tecnológica, que han representado el principal factor de los impactos ambientales entre los que podemos destacar el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación del agua, del aire, del suelo, los residuos peligrosos y electrónicos.
Según la ONU, el 45% de las frutas y vegetales que se cosechan en todo el mundo se desperdician, cantidad equivalente a 3,700 millones de manzanas. También se desperdicia el 30% de los cereales, o 763,000 millones de cajas de pasta, y de los 263 millones de toneladas de carne que se producen mundialmente cada año, se pierde el 20%, el equivalente a 75 millones de vacas. En total, según cifras del Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se pierden 1,300 millones de toneladas de comida producida para el consumo humano, un tercio del total. La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, constituye el principal instrumento por medio del cual los Estados se comprometen a atender las causas de la afectación al medio ambiente.
Esta iniciativa de ley tendrá que pasar a la cámara de diputados como cámara revisora para ser aprobada. Esto haría que la economía circular será impulsada no de manera voluntaria como hasta ahora sino por fuerza de ley y permitirá avanzar en la transformación de la economía.
Dentro de la propuesta de ley podemos destacar el establecimiento de una serie de instrumentos de control, manejo y mejora de la economía circular como son: Planes de Manejo de Residuos Sólidos; Planes de Responsabilidad Compartida; certificados la Secretaría; Programas Estatales y Municipales; Evaluación de Impacto Ambiental, y el Plan Nacional de Economía Circular.
De aprobarse esta ley habrá una serie de cambios que tendrán que considerar, analizar y cumplir los empresarios mexicanos.
Dr. Miguel Angel Santinelli Ramos, Director de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México
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