En los últimos años, implementar las mejores soluciones para optimizar procesos, reducir costos y aumentar la productividad parecía el escenario ideal para asegurar el incremento exponencial de los negocios y el avance de la sociedad como un todo.
La innovación tecnológica nos ha vuelto más productivos, sostenibles, y nos ha permitido vivir más y mejor. Pero, si por una parte hemos superado obstáculos, logrado flexibilidad y escalabilidad, por otra parte, nos hemos alejado de la dimensión humana.
Entre máquinas, dispositivos de comunicación en línea, códigos de aplicaciones, números y estrategias, hemos descuidado la importancia de crear y desarrollar relaciones interpersonales reales, consistentes y duraderas. Una paradoja que nos ha vuelto distantes justamente cuando la digitalización nos permite acercarnos aún más. Este escenario es aún más evidente en el mercado corporativo. En el afán de la transformación digital, muchas organizaciones terminan por descuidar la importancia del aspecto humano para la construcción de un entorno saludable, capaz de brindar el desarrollo personal y profesional de cada individuo y, por lo tanto, el éxito sostenible y duradero de los negocios.
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Esto no supone que las tecnologías no puedan andar de la mano del aspecto humano. Todo lo contrario. Desarrollar una cultura fuerte, capaz de conectar estos dos extremos es un aspecto clave para avanzar en la digitalización y, sobre todo, en la humanización.
Una encuesta reciente, promovida por Red Hat, en colaboración con Harvard Business Review, reveló que el 55% de los líderes consideraban la cultura como un obstáculo para la innovación. Eso se debe a que una transformación digital efectiva está basada en la construcción de una cultura abierta, colaborativa y centrada en las personas.
Las empresas que desarrollan y sostienen una cultura en la que los empleados prosperan tanto o incluso más que los negocios son tres veces más productivas que las que no lo hacen, según un estudio de Gallup.
Los humanos vienen primero
Aunque el 84% de las empresas consideran importante mejorar la experiencia de los colaboradores, solo el 9% estaban listas para abordar el tema, como muestra el informe Global Human Capital Trends 2019 de Deloitte. Este punto enciende una alerta ante la necesidad de una resignificación urgente de las relaciones humanas. Si en el pasado los principios de la racionalización del trabajo —mediante la observación de los tiempos y movimientos— dieron forma a las organizaciones para impulsar la productividad y, actualmente, los líderes se centran en la digitalización para crear una ventaja competitiva, la próxima frontera se encuentra en la humanización.
El futuro, que ya se asoma en el horizonte, nos va a exigir un enfoque basado en las personas y una reconstrucción del modelo de trabajo. En un mundo en el que las personas buscan un propósito, las empresas más humanas surgen como una respuesta a este anhelo. Estas organizaciones, fundamentadas en valores claros y respaldadas en la esencia de la existencia humana, son mucho más inspiradoras, colaborativas y están empeñadas en crear una experiencia agradable y repleta de significado para sus colaboradores. Están construyendo lo que PwC ha llamado “mundo amarillo” en el report Workforce of the future: the competing forces shaping 2030, en el que la humanidad es el activo más valorado.
La colaboración es la clave
Las organizaciones más humanas y con una cultura sedimentada suelen adoptar modelos de gestión alternativos, como Open Management (o gestión abierta, en español). A diferencia del desempeño y de los resultados a cualquier costo, las compañías que apuestan por este sistema consideran el perfil de cada colaborador dentro del colectivo, tratan de involucrar al equipo en la toma de decisiones y ofrecen un entorno que estimula el intercambio, la creatividad y la colaboración.
Las bases para este formato vinieron, precisamente, de la tecnología, lo que refuerza la sinergia posible entre lo humano y lo digital. Apoyado en los pilares del código abierto, en el que todos tienen voz y oportunidad para una construcción conjunta, Open Management tiene como principal catalizador en las corporaciones a las personas, sobre todo a los líderes. Los gestores deben reflejar la cultura de la compañía, actuando como fuentes de inspiración para cada colaborador y estimulando su crecimiento. Cuando cada profesional conoce su función, su valor y reconoce un propósito en ello, se produce un efecto cascada de compromiso y sentido de pertenencia, que son fundamentales para la creación y la perpetuación de las relaciones humanas.
El rol de la gestión
En un estudio reciente de EY, el 80% de los líderes afirmaron creer que el propósito de su empresa era claro y perceptible en la cultura. Sin embargo, solo el 10% de los colaboradores consideraban que la corporación lo aplicaba en la práctica. Las organizaciones no pueden simplemente suponer, sino que deben involucrar a sus colaboradores. Evitar este tipo de brecha en la relación entre la empresa y el colaborador es uno de los principios de la gestión abierta. En ella, los gestores siempre están dispuestos a escuchar a sus liderados, a recibir y brindar feedbacks que permitan alinear las expectativas. Este enfoque orientado a las personas contribuye para entender genuinamente las motivaciones de los colaboradores, crear empatía y fortalecer las relaciones de transparencia y confianza.
Abierta y humanizada, esta gestión exige al líder una actitud mucho más preocupada por las personas y las actitudes que por los números. Teniendo en cuenta esta nueva realidad que se avecina, resignificar es la palabra de orden. Las organizaciones necesitan revisar sus conceptos, procesos, relaciones de trabajo y, sobre todo, sus propósitos. Para ello, es necesario determinación, flexibilidad y la comprensión de que solo los humanos y los equipos liderados por humanos pueden llegar más lejos. Mucho más allá de ventajas y recompensas, estas compañías deben moldear gestores aptos para el futuro, con habilidades para ponerse en el lugar del otro e inspirar a los demás. Recordando siempre que una verdadera experiencia humana es aquella que incorpora significado al trabajo y permite que cada individuo contribuya de manera más positiva, solidaria y personal.
Alexandre Duarte, VP de Consultoría y Entrenamientos, Red Hat Latin America
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