El tercer trimestre fue brutal para los activos de riesgo. A nivel mundial, la renta variable y los bonos de no grado de inversión registraron las peores pérdidas vistas desde el cuarto trimestre de 2008, producto de las preocupaciones sobre una recesión global, un incumplimiento en la Eurozona y la impotencia política. Los precios de los commodities se colapsaron, el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años cayó a un nivel histórico, y la volatilidad de la renta variable se disparó hasta el nivel más alto registrado desde marzo 2009. El trimestre cerró con los inversionistas integrando a los precios un aterrizaje forzoso para China, intensificando así la aversión al riesgo.