Es irónica la forma en la que la cultura laboral es concebida hoy en día. El núcleo de este concepto se refiere a una ideología que implique bienestar y progreso personal en el marco de un ambiente de trabajo colaborativo y armónico. Sin embargo, en estos tiempos de presión extrema y obsesión por los resultados, las cabezas organizacionales han deformado el significado de éste ideal para promover un esquema en donde lo más importante (si no es que lo único) es el alcanzar los objetivos organizacionales establecidos por los altos mandos de la manera más eficiente posible. Esto es, manteniendo el uso de recursos al máximo nivel de ahorro posible esperando lograr obtener los márgenes de utilidad más elevados.
A corto plazo, las empresas podrían creer en el espejismo de que esta es una buena manera de optimizar la rentabilidad y poder subsistir ante el incierto clima económico reinante en nuestro presente. Pero la realidad es que ésta ilusión es completamente efímera y los efectos que permanecerán en la organización serán más bien contrarios a los deseados. Una empresa que no demuestre de manera genuina que se interesa por sus empleados sería muy ingenua al esperar que éstos se interesaran en dar lo mejor de sí para ella.
Crear una óptima cultura laboral es una tarea fundamental para cualquier organización que busque desarrollar una relación sólida con su fuerza de trabajo en la que prevalezcan valores como el compromiso mutuo, la colaboración, la lealtad y la honestidad. Parte verdaderamente importante para lograr tener éxito en el intento consiste en trabajar en ello no solamente de manera diaria, sino también hacerlo desde el nacimiento mismo de la organización y dedicándole una atención significativa a su cuidadosa planeación.
Es por esto que sin importar si una empresa es pequeña y familiar o una gigantesca transnacional, el fomentar y trabajar por una cultura corporativa siempre representará un acto vital que si se maneja de manera correcta puede brindar grandes beneficios, pero en caso de que se pierda el foco, inevitablemente se acarrearán perdidas transcendentales y perdurables. Algunos de los aspectos más importantes a los que hay que prestar atención son:
La calidad humana de la fuerza laboral
Muchas empresas se enfocan únicamente en lo que sus empleados son capaces de hacer por la organización, sin considerar a mayor profundidad los cuestionables métodos o el comportamiento ético en el que incurran para lograr sus objetivos. La realidad es que si existen trabajadores que llevan a cabo su avance de forma turbia u opaca, no dudarán en considerar a la propia empresa un escalón más cuando así les convenga. La rectitud y los principios siempre serán más valiosos que las habilidades de negocio. Éstas últimas siempre pueden ser perfeccionadas, mientras que los valores difícilmente pueden cambiar en una edad adulta.
Una relación basada en la comunicación transparente
La retroalimentación es clave y no solamente ayuda a reforzar buenas prácticas y evitar errores, sino que también es útil para demostrar a los colaboradores que existe interés en su desarrollo dentro de la empresa. Es fundamental que la comunicación sea bidireccional y que así como se le haga saber a los trabajadores cómo se les ve desde el nivel gerencial, también exista la oportunidad de que ellos expresen sus inquietudes e ideas. Esto siempre será beneficioso para todas las partes involucradas.
Todos como parte del mismo barco
Una de las tareas más difíciles, pero también de las más elementales, es transmitir a cada elemento de la empresa la importancia de su papel en la óptima evolución de la misma. En caso de lograrlo de forma satisfactoria, los miembros de la organización sentirán los objetivos establecidos como propios y sus aportaciones serán más significativas para alcanzarlos. Infundir pasión en un proyecto es asegurar el compromiso puesto en el mismo y por lo tanto incrementar sustancialmente sus posibilidades de éxito.
El valor único de cada individuo
Todos los integrantes de una organización son igualmente valiosos y se unen para conformar una comunidad robusta, pero llegar a niveles de masificación y anonimato equivale a diluir el sentido de pertenencia y a arriesgar la fuerza del vínculo que se haya podido formar entre trabajadores y empresa. El reconocer que las diferencias y características únicas que representa cada individuo son esenciales para el bienestar total de la compañía es alentar su desarrollo y hacerle sentir el valor especial de sus aportaciones como vía al progreso común.
El papel fundamental de las ideas
Cada perspectiva tiene la capacidad de contribuir a una visión integral y holística de una compañía, sus operaciones y procesos, y su futuro. Es básico no solamente el manifestar la apertura a que cada colaborador manifieste sus ideas, sino animarle a que lo haga. Es bien sabido que algunas de las historias de mayor éxito de las compañías más grandes a nivel global han tenido como punto de partida las ideas de sus empleados. Desaprovechar opiniones e ideas de la fuerza laboral es dejar de pasar de largo oportunidades que podrían significar una diferencia radical para una corporación.
Alex Mendoza, Marketing Executive – BaseKit
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