La figura del emprendedor es sumamente popular, todos sueñan con tener su propio negocio, muchos lo intentan pero pocos son los que realmente logran convertir la idea que tienen en mente en un negocio real y exitoso. ¿A qué se debe esto?, ¿por qué algunas ideas triunfan y otras fracasan completamente?
Daniel Bonifaz, CEO de Kambista, la primera casa de cambio digital de Perú, compartió con Crehana —la comunidad de aprendizaje en línea de mayor crecimiento en Latinoamérica—, durante la charla ‘¿Cómo ejecutar una idea?’, los primeros 3 pasos que pueden ayudar a un aspirante a emprendedor a dar forma y dirección a esa idea que tiene en la mente para que sea realmente exitosa.
1.- Lo primero es preguntarnos ¿Por qué queremos emprender? ¿Cuál es nuestro propósito? Aquí es donde muchos empiezan a fallar, si tu motivación es “ser tu propio jefe”, “tener más control de tu tiempo” o “ganar más dinero”, aunque no lo creas, no estás empezando por las razones correctas; estas son más bien consecuencias y resultados, pero no son un propósito con suficiente peso para inspirarte todos los días.
Para poder aterrizar mejor tu respuesta, Daniel recomienda usar la técnica del Círculo de Oro del escritor Simon Sinek. Esta plantea que los negocios que parten de un porqué, es decir, de un propósito, en lugar de un qué o producto, tienen un mayor alcance e impacto porque transmiten un propósito poderoso de fondo. Esto responde incluso a la biología en nuestro cerebro, ya que es en la parte límbica y más primordial en donde están los sentimientos, el motor de motivación más fuerte, y en donde respondemos cuál es nuestro propósito o por qué hacemos lo que hacemos.
Si sabes para qué estás creando tu negocio eso te va a dar la motivación y dirección necesarias. Con esto claro y fijo podrás determinar el cómo, es decir, los valores de tu empresa y al final el qué, o sea, el producto o servicio que responderá a ese propósito. “En el caso de Kambista, fue creada para solucionar un problema de seguridad, la gente salía con chalecos antibalas a las calles para poder cambiar dólares, eso nos llevó a crear lo que hoy es la primera casa de cambio digital del país”, recuerda Daniel.
2.- El éxito de tu emprendimiento depende de tu cliente. Si bien toda la estrategia y el business plan son necesarios y útiles, estos tienen que estar anclados al cliente: ¿qué es lo que necesita y cómo resolverlo? “No te enamores de la solución o producto en tu mente, enamórate del problema y cómo puedes resolverlo. Sé un stalker de tu cliente y conforme avances en el proyecto ajusta tu producto a su retroalimentación”, afirma Bonifaz.
Otro de los errores recurrentes es clasificar a los clientes en la famosa buyer persona de una forma muy abierta o superficial: edad, rango socioeconómico, características demográficas, etc. Es mucho mejor poner nombre y apellido, crear un personaje con una historia con más profundidad, que te permita analizar a qué aspira ese personaje en un nivel psicográfico y cuál sería su respuesta al usar determinada solución.
3.- El mundo del emprendimiento se construye con hipótesis. Haz una hipótesis inicial, construye, aprende y repite el proceso. Cada una de tus suposiciones debe ser validada con una acción del cliente, para demostrar que tu idea realmente funcionará.
Ve poco a poco armando las hipótesis en las que se basa tu negocio, si funciona, sigue, si no, ajusta y aprende. Si tu hipótesis es, por ejemplo, que la gente está dispuesta a pagar por un servicio de paseo de perros por internet, ponla a prueba, si alguien lo contrata, continúa, si no, ajusta el planteamiento de tu hipótesis y vuelve a intentar.
Conforme pase el tiempo te encontrarás con dos tipos de hipótesis: las de valor y las de crecimiento. Las primeras responden directamente a la necesidad: ¿están dispuestos a pagar por el producto?, ¿confían en él?, ¿lo recomendarían a sus amigos?, etc.; las segundas vendrán más adelante y tendrán que ver con el tamaño del mercado que quieres, el crecimiento que puedes tener, los costos de capacitación, etc.
En este punto es muy importante no frustrarse rápidamente ni temer a los fracasos, cuando las hipótesis que tenías no funcionen, esto solo te ayuda a saber algo que antes desconocías y redirigir tus esfuerzos hacia el camino correcto. Todo vuelve al punto de partida: si nuestro propósito es claro y definido, solo tenemos que experimentar, hacer ensayo y error para conocer el cómo y el qué.
Redacción
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