Las condiciones que se presentan este año, tanto políticas, económicas, comerciales, jurídicas, tecnológicas, financieras y empresariales, dibujan un horizonte muy alentador para las franquicias en México, encontrándonos con un sector bastante maduro y sólido, pero muy pujante y todavía con grandes oportunidades y potencial de crecimiento; 750 marcas franquiciando, 60 mil puntos de venta; 600,000 empleos directos, son cifras interesantes que además se verán incrementadas de manera importante, pero ¿cómo es que llegamos a esta realidad? y ¿qué crecimiento podemos pronosticar? en estas líneas trataré de dar respuesta a tales cuestionamientos.
Podemos decir que el sector franquicias es relativamente joven en nuestro país, si bien antes de 1991, hubo intentos serios por parte de varias empresas por operar como franquicias, la realidad era que las condiciones políticas, legislativas y prácticas complicaban la situación; estaba vigente la “Ley Sobre Control y Registro de Transferencia de Tecnología y Licenciamiento de Uso y Explotación de Patentes y Marcas, que afectaba directamente a cualquier operación relacionada con tales temas, siendo obligatoria la inscripción de los contratos correspondientes ante el Registro de Transferencia de Tecnología, previo acreditamiento de exámenes técnicos, económicos y financieros, bajo una política en extremo proteccionista y nacionalista que limitaba o inhibía la realización de dichos contratos en condiciones de seguridad para las partes, en particular para el titular de la tecnología, las patentes, las marcas o los derechos de autor, así como para el prestador de soporte o asistencia técnica.
Por otro lado, la cercanía con los Estados Unidos, hacía que en México hubiese demanda de otro tipo de productos y servicios poco accesibles o difíciles de encontrar; en conjunto con el esbozo de un mundo más global en materia de comercio, presionaron un cambio de política tanto exterior como interior, siendo uno de los primeros cambios significativos la publicación de la entonces Ley de Fomento y Protección a la Propiedad Industrial, ahora simplemente Ley de la Propiedad Industrial (LPI), que se dice fue el preámbulo para que México iniciara las negociaciones del Tratado de Libre Comercio para América del Norte.
Dicho ordenamiento tiene un fuerte impacto para el desarrollo de franquicias en nuestro país, ya que de un sistema sobreregulado y limitativo, pasamos a un modelo donde lo que prevalece es la libertad contractual y la voluntad de las partes, por primera vez aparece en el artículo 142 una definición de lo que es una franquicia, previendo desde entonces la existencia de cierta información previa, que hoy conocemos como COF o Circular Oferta de Franquicia, que no se regula sino hasta 1994 con la publicación del Reglamento que define en su artículo 65 el contenido de dicha información previa. Cabe señalar que la LPI, de cierta forma se adelanta a su tiempo, ya que recoge muchos temas de propiedad intelectual que apenas se discutían en la Ronda de Uruguay (1986-1994) del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), y que dio pie al Establecimiento de la OMC (Organización Mundial del Comercio) mediante el Acuerdo de Marrakech y cuyo anexo 1C son los ADPIC o TRIPS (Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio) y cuyos principales planteamientos se encuentran recogidos en nuestra regulación desde 1991.
Es así que de tener cerca de 20 negocios operando como franquicias, al final de 1991 había 40, 80 para 1992, cerca de 150 para 1993 y más de 300 en 1994; a todas luces un crecimiento acelerado de un nuevo sector para la economía nacional; no obstante lo anterior, este crecimiento tuvo un costo de aprendizaje y una importante prueba para el sector, para finales de 1994, muchas de las franquicias existentes, principalmente de origen norteamericano, establecían obligaciones en dólares así como exigencias en cuanto a la importación de insumos, y en algunos casos sin conocer realmente el mercado nacional; muchas otras, mexicanas, carecían de la experiencia e infraestructura para establecer y operar una red de franquicias, con lo que el “error de diciembre” o la crisis de 1995, vino a representar un alto en el camino para las franquicias. Consecuencias: realmente sobrevivieron y se mantuvieron aquellas franquicias, que tenían el potencial y la seriedad correspondiente.
A partir de 1996, el crecimiento ha sido mucho más prudente, planeado y estructurado, las empresas que deciden otorgar franquicias, buscan asesoría para hacerlo de una manera formal y profesional; ha habido grandes esfuerzos por difundir la cultura de las franquicias, así como del respeto y protección a los derechos de propiedad intelectual; los inversionistas y futuros franquiciatarios se informa e investigan más sobre diferentes opciones de franquicia, considerando el concepto, los antecedentes y datos financieros y legales de la franquicia en la que pretenden invertir; se han generado de igual forma nuevos modelos de comunicación empresarial franquiciante/franquiciatario que sin enfriar la relación, hace que ésta sea mucho más institucional, abierta y clara, evitando cuestiones de paternalismo, indiferencia o malos entendidos, y que desde nuestro punto de vista, representan un gran avance ya que una comunicación deficiente, puede ser la causa de diferencias que si se dejan crecer suelen ser difíciles de conciliar.
Actualmente, insisto, vemos un sector maduro y sólido, listo para dar un nuevo salto y potenciar mucho más su crecimiento, incluso fuera de nuestras fronteras; si bien se dice que por cada franquicia se generan al menos 12 puntos de venta y por cada uno de estos se crean 10 empleos directos (en promedio) ¿porqué limitarse en el número de puntos de venta o en la oferta de empresas franquiciantes?
Los mexicanos tenemos una importante vocación empresarial, tendemos de forma natural al autoempleo, siendo, como es sabido, que la empresa familiar y las MiPYMES juegan un papel fundamental para la economía del país, siendo las franquicias una respuesta u opción muy atractiva para aquellas que quieren crecer o profesionalizarse por un lado, o para aquellos individuos que buscan su independencia empresarial, pero disminuyendo riesgos.
Es así que me permito afirmar, que en este 2010, las condiciones están puestas para crecer con franquicias. Por un lado, se percibe un ambiente de estabilidad económica y política a nivel nacional y no se presentan, al menos de forma evidente condiciones nacionales o internacionales que puedan venir a perturbar esta situación; por el contrario, vemos políticas públicas enfocadas a apoyar de manera real y efectiva, incluso mediante financiamientos blandos a las MiPYMES y también a las franquicias, baste mencionar el “Programa de Apoyo a Emprendedores y Empresas Mexicana, Vía el Modelo de Franquicias”, o Plan Nacional de Franquicias (PNF), como lo conocemos, mismo que con el apoyo de la Secretaría de Economía ya es una realidad y que permitirá con recursos públicos, apoyar a negocios formales y bien estructurados en su proceso de transición a modelos de franquicia, situación que se ha visto reforzada con acciones concretas de Nacional Financiera y los gobiernos estatales, y que además empieza a tener eco en la banca privada así como en otros intermediarios financieros, que empiezan a liberar créditos para posibles franquiciatarios, tomando nuevas consideraciones para la medición de riesgos, para fijar garantías y tasar intereses. Este tema en definitiva será un importante detonador para lograr un crecimiento mucho más fuerte en el sector.
Por otro lado, a pesar de una reforma poco estructurada a la LPI en cuanto al tema de franquicias, publicada a principios del 2006, el marco jurídico en materia de propiedad intelectual y en particular de franquicias, que rige en nuestro país es muy adecuado ya que no establece limites o prohibiciones, sino que dentro del marco de la normativa nacional e internacional vigente, brinda y asegura por un lado una importante libertad contractual y por otro elementos de seguridad para los derechos de propiedad intelectual en materia de franquicias.
La cultura empresarial mexicana, también ha evolucionado y se ha adecuado al modelo global en cuanto a temas de comercio, vivimos una época de “empresas intelectuales” en donde se entiende que el valor de las mismas radica mayormente en sus activos intangibles o derechos de propiedad intelectual, mismos que se pueden replicar sin mayor limitación, con lo cual nos encontramos ante un mundo prácticamente sin fronteras, sumado al hecho de que México cuenta con diversos tratados internacionales en materia de comercio que facilitan una expansión internacional de los negocios, esta situación, por supuesto favorece al surgimiento de más franquicias mexicanas, a la internacionalización de las existentes y claro, a la importación de conceptos novedosos y atractivos para el mercado nacional.
Analizando esta realidad y todos estos indicadores, así como la tendencia creciente del sector franquicias, por el momento sólo me queda decir: si estás pensando en crecer, en profesionalizar tu negocio o en invertir, diversificar o poner tu propia empresa, definitivamente tienes que pensar en franquicias.
Enrique U. Alcázar Córdova
Director General de Alcázar & Compañía
enrique@alcazar.com.mx