Cuando era niña, Adriana Contreras soñaba con dedicarse a confeccionar vestidos de novia, pero sus planes cambiaron al formar una familia y convertirse en ama de casa. Los años pasaron y cuando su esposo quedó desempleado, la señora Contreras decidió retomar sus proyectos de infancia, logrando constituir una exitosa empresa a la que llamó: Novias Adriana.
Todo empezó al inaugurar un pequeño taller de costura situado en un local de apenas 12 metros cuadrados. El entusiasmo con que su dueña trabajaba, así como la belleza y calidad de sus prendas le ayudaron a superar limitaciones de espacio y equipo, consiguiendo más y más clientes.
En poco tiempo, la demanda de vestidos fue tan grande que al informarse sobre los programas sociales encabezados por el Gobierno Federal, doña Adriana decidió solicitar financiamiento al Fondo Nacional de Apoyos para Empresas en Solidaridad (Fonaes) para iniciar la expansión de su negocio.
El Fideicomiso la orientó para desarrollar eficazmente su proyecto productivo y, tras cumplir los requisitos establecidos por las Reglas de Operación del Organismo, obtuvo un crédito que invirtió en la ampliación de su local, la compra de máquinas de coser, una cortadora, una bordadora y una lavadora.
Las nuevas condiciones de su empresa permitieron a doña Adriana ampliar también el mercado al que atiende, pues ahora no sólo confecciona vestidos de novia, sino también uniformes escolares, vestidos de noche, trajes de vestir para hombre –que ahora también renta- y uniformes de policía que vende al Gobierno de Durango.
Hoy en día, Novias Adriana se ha convertido en una compañía que brinda trabajo y sustento a nueve familias: tanto la de su dueña, la señora Contreras, como las de sus dos socias –sus nueras María Anabel Teodoro Castro y Cinthya Guadalupe Ortega Candía– y de seis empleadas más.
Ahora cada vez que doña Adriana observa la calcomanía oficial de Fonaes en su empresa, sólo puede sonreír con satisfacción, al ver que su sueño de infancia está hecho realidad.
Karina Hernández Barrera
Información relacionada
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Novias Adriana, un sueño de niña convertido en…empresa.
Cuando era niña, Adriana Contreras soñaba con dedicarse a confeccionar vestidos de novia, pero sus planes cambiaron al formar una familia y convertirse en ama de casa. Los años pasaron y cuando su esposo quedó desempleado, la señora Contreras decidió retomar sus proyectos de infancia, logrando constituir una exitosa empresa a la que llamó: Novias Adriana.
Todo empezó al inaugurar un pequeño taller de costura situado en un local de apenas 12 metros cuadrados. El entusiasmo con que su dueña trabajaba, así como la belleza y calidad de sus prendas le ayudaron a superar limitaciones de espacio y equipo, consiguiendo más y más clientes.
En poco tiempo, la demanda de vestidos fue tan grande que al informarse sobre los programas sociales encabezados por el Gobierno Federal, doña Adriana decidió solicitar financiamiento al Fondo Nacional de Apoyos para Empresas en Solidaridad (Fonaes) para iniciar la expansión de su negocio.
El Fideicomiso la orientó para desarrollar eficazmente su proyecto productivo y, tras cumplir los requisitos establecidos por las Reglas de Operación del Organismo, obtuvo un crédito que invirtió en la ampliación de su local, la compra de máquinas de coser, una cortadora, una bordadora y una lavadora.
Las nuevas condiciones de su empresa permitieron a doña Adriana ampliar también el mercado al que atiende, pues ahora no sólo confecciona vestidos de novia, sino también uniformes escolares, vestidos de noche, trajes de vestir para hombre –que ahora también renta- y uniformes de policía que vende al Gobierno de Durango.
Hoy en día, Novias Adriana se ha convertido en una compañía que brinda trabajo y sustento a nueve familias: tanto la de su dueña, la señora Contreras, como las de sus dos socias –sus nueras María Anabel Teodoro Castro y Cinthya Guadalupe Ortega Candía– y de seis empleadas más.
Ahora cada vez que doña Adriana observa la calcomanía oficial de Fonaes en su empresa, sólo puede sonreír con satisfacción, al ver que su sueño de infancia está hecho realidad.
Karina Hernández Barrera
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