En décadas anteriores teníamos una mala costumbre de contraponer todo: teorías, investigaciones, información, etc. Hoy en día hemos observado que todo es un complemento, nada está peleado realmente, son más bien, diversas visiones de un mismo fenómeno. Lo mismo sucede entre las metas personales de un empleado y las metas de la empresa.
En realidad nunca han caminado en sentido opuesto. Se tiene la certeza de que los objetivos nunca serán idénticos, entre la organización y los empleados; entre los propios empleados e incluso en un mismo trabajador. Por eso es importante contar con una estrategia integrada que no busca igualar los objetivos, sino hacerlos congruentes. Buscar combinar la multiplicidad de intereses, respetando la maravillosa complejidad que es cada ser humano. Porque sabe que ese es el mejor negocio para la empresa.
Una meta es el fin hacia el que se dirigen las acciones o deseos. Por lo tanto los empleados y la empresa trabajan en conjunto para alcanzar diversas metas; no es que cada cual trabaje para sí mismo, el trabajo es colaboración, es unidad; por tal motivo la empresa ofrece primeramente dinero con el cuál lo empleados pueden generar recursos para así poder adquirir bienes; por otro lado la empresa genera capacitación, en donde los empleados pueden adquirir nuevos conocimientos que les permitan desarrollar diversas habilidades que pueden utilizar tanto en la misma empresa como en diversos ámbitos de su vida; en la medida en que se adquiere experiencia y conocimientos se tiene la posibilidad de crecer dentro de la misma institución e ir alcanzando otros niveles tanto de ejecución como responsabilidad.
Lamentable algunas empresas descuidan enormemente el tener claros los objetivos-metas de cada uno de sus empleados; es entonces en donde el trabajador se siente sin alicientes ni un real significado de la importancia de su presencia en la empresa. Por lo tanto la empresa requiere de una estrategia en donde se cumplan las metas empresariales y al mismo tiempo se otorguen beneficios a los empleados en donde ellos puedan plasmar sus propios objetivos y así llegar al complimiento de las metas.
Franklin Covey las llama las “Metas Crucialmente Importantes” (MCI) y el sugiere tomar en consideración y visualizar equipos que logren siempre alcanzar sus metas.
El sugiere que la ejecución se desglosa en cuatro formas:
1) Las personas no conocen la meta
2) No saben qué hacer para lograr el objetivo
3) No llevan mediciones
4) No hay una rendición de cuentas
Imaginemos una organización donde todos los empleados están totalmente centrados en las prioridades más importantes, y comprometidos con el logro de las metas crucialmente importantes. La “Meta Crucialmente Importante” (MCI) es la que debe lograrse, tato a nivel organizacional como personal. Para esto será necesario generar estrategias para el logro de las mismas, realizar mediciones de predicción y sobre todo tener claros los resultados. Es importante también mantener una Cadencia de Rendición de Cuentas. Todos de manera frecuente y regular rinden cuentas del progreso hacia las metas. Cada equipo se compromete a una simple “Sesión de MCI” semanalmente para rastrear los éxitos, analizar las fallas, y “corregir el curso” conforme sea necesario.
Por Mónica Morales Rodríguez
Directora del centro de desarrollo humano Casa Shambhala
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