Antiguamente en las escuelas se hablaba de ejercer el liderazgo desde tres perspectivas: Autoritario, democrático y Laissez Faire, lo que reflejaba ciertas creencias del cómo se tenía que ser en lo que se refiere al trato del personal.
Por fortuna, estamos lejanos a esa definición, sin embargo, todavía ciertas personas o sectores piensan que el sistema autoritario que implica agresividad es el que más funciona para que la gente reaccione de manera adecuada.
La creencia que solapa este tipo de comportamientos es: “la gente es tonta; no tiene la capacidad necesaria para ejercer su trabajo; necesitamos presionar; nos necesitan, solos no pueden; es necesario indicarles todo lo que tienen que hacer sin dejarles opciones”. Y esto nos refleja a personas inseguras en su don de mando, o en el manejo del grupo de trabajo que sólo ejercen el poder con la idea de ser firmes tomando una actitud abusiva de autoridad.
El problema grave problema es que realmente generamos un clima organizacional en donde se siente la tensión constantemente, la gente duda de sus decisiones, evita tomar la iniciativa y comete más errores de lo que acostumbra, porque actúa desde la base del miedo a ser reprendido o puesto en evidencia ante los compañeros de trabajo.
Cuando actuamos de esa manera estamos generando una cultura de miedo. Por ende la gente no se siente cómoda ni libre en la ejecución de las actividades.
Mucho se habla del mobbing: Acoso constante, contra alguien y con intención, que sufre una persona al ser atacada con razón o sin razón, descalificando sus capacidades, compromiso laboral u honestidad. Este fenómeno no sólo se da entre los compañeros de trabajo, en muchas ocasiones es el líder quien pone en evidencia a cierto compañero y comienza cuando la persona es criticada por la forma de realizar su trabajo.
Lo principal de saber manejar a la gente es llevarla a un camino en donde se favorezca su libertad de acción en la resolución de sus actividades, fomentar la creatividad y permitir que las habilidades salgan a relucir constantemente.
Una habilidad necesaria en cualquier líder es que sepa comunicarse de manera asertiva con su equipo, dar indicaciones claras y precisas y considerar que la persona es apta para el cumplimiento del objetivo; de nada nos sirve estar estresados correteando a la gente o evidenciando sus debilidades, lo importante es tener una cultura de ganar-ganar, en donde el líder saber llevar de manera correcta a su equipo de una manera cálida, cercana y teniendo muy en claro las diferencias individuales y el cómo motivar a partir de éstas.
Por Mónica Morales Rodríguez
Directora del centro de desarrollo humano Casa Shambhala
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