El tercer año es el más peligroso para empresas que se “durmieron en sus laureles”. Muchas empresas, sobre todo las PyMEs y negocios familiares, albergan la falsa creencia que si sobreviven a los tres años de operación, están a salvo de problemas económicos y el negocio prosperará. Algunas otras compañías quizá no van tan lejos, pero prácticamente todos esperan que a estas alturas ya haya utilidades. Sin embargo, cada etapa trae nuevos retos, y a los tres años se cierne uno que es igual de riesgoso que los anteriores: el estancamiento.
Tres de cada 10 empresarios en México postergan la transformación corporativa de su empresa. Un cambio en la estrategia de negocio implica readaptarse a las necesidades del mercado, observar los posibles avances tecnológicos y adelantarse a las crisis.
Pareciera que esto suena a que el director o dueño del negocio necesita ser psíquico, pero más que hablar de magia, se trata de estar al tanto del entorno en el que se desenvuelve la empresa. Realmente, ¿qué tanto despegamos la mirada de la computadora, para atisbar las tormentas que se avecinan?
Parte de la inercia que se experimenta a los tres años de operación es porque se desconoce un proceso de transformación.
Un punto de partida esencial para evitar el estancamiento y estar al corriente del entorno es el análisis de Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA).
Las fortalezas deben analizarse desde la perspectiva del empresario, de los directores de las áreas clave y de los proveedores. En mi opinión, no conviene ser modesto, sino realista. Y si hay dificultad para detectarlas, es mejor empezar con una lista de las características de la compañía.
Las debilidades, asimismo, deben responder a la siguiente pregunta: ¿qué debería mejorarse en la empresa? Por ejemplo, procesos, tiempos de entrega, seguimiento a comentarios del cliente, presencia virtual, etcétera. En este mismo apartado, hay que incluir las situaciones que deben evitarse en la organización. Se debe considerar el punto de vista interno y externo, por ejemplo: ¿otras personas perciben debilidades que la empresa no ve? ¿Los competidores hacen alguna cosa mejor que nosotros?
Para las oportunidades es recomendable obtener información que responde a las siguientes interrogantes: ¿dónde están las mejores áreas de desarrollo que el negocio puede atacar? ¿Qué tendencias interesantes se han detectado? ¿Qué nuevas ventajas pueden provenir de los cambios tecnológicos y las tendencias del mercado?
Finalmente en las amenazas hay que apuntar los obstáculos que hay que afrontar, así como lo que está haciendo la competencia. Además, es importante cuestionarse si la tecnología, las deudas y otros problemas ponen en riesgo la posición de la empresa en el mercado.
Es importante mencionar que las fuerzas y las debilidades se refieren a factores que existen dentro del negocio, mientras que las amenazas y las oportunidades describen situaciones externas, de las que la empresa no tiene control.
Al hacer este análisis, es posible poner los problemas en perspectiva y puntualizar qué falta por hacer. Es recomendable aplicar el análisis FODA también en los competidores.
Cuando los dueños no invierten en hacer más eficiente su proceso de toma de decisiones, son propensos a gastos desmedidos y faltos control, aumento en los costos de operación, fraudes, contingencias que afectan el presupuesto, proyecciones de negocios erróneas, información financiera deficiente, carga fiscal excesiva y falta de dirección.
Es cierto que existen ciertas dificultades al momento de implementar cambios como la resistencia por parte de los empleados, aparición de gastos adicionales al innovar los activos de la empresa, apego sentimental a ciertas políticas… Pero, a la larga, un cambio podría evitar problemas y asegurar la supervivencia del negocio.
Mario Rizo, socio de Salles Sainz Grant Thornton, consultor de empresas y autor de los libros de negocios La sucesión y Todos Ganan.
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