Decía el gran economista italiano Paolo Sylos Labin que la efectividad de la investigación en cualquier ciencia debía equilibrar dos virtudes: el rigor y la relevancia.
Además, añadía que, a partir de la Segunda Guerra Mundial, una buena parte de la investigación económica se había hecho muy rigurosa pero que su relevancia, es decir, la capacidad de aportar soluciones a los problemas concretos de la gente había ido disminuyendo.
Con la revolución tecnológica, sobre todo a partir de la aparición de las redes y los medios de comunicación sociales, yo diría que ha aparecido también un nuevo desequilibrio: la aparición de economistas mediáticos que divulgan sobre problemas económicos relevantes, pero a menudo con mucha poca rigurosidad.
Ahora bien, en general, los economistas mediáticos publican poco en revistas científicas y los economistas científicos divulgan poco en los medios de comunicación. Doble reto sobre la mesa. Primero, hacer una búsqueda en economía rigurosa y relevante. Segundo, hacer que esta investigación llegue a las empresas y las personas para ayudarles a resolver problemas.
“En el ámbito de la economía ISI trabaja con más de 2,200 revistas de todas las disciplinas y orientaciones. A una media de unos cincuenta artículos del año por revista, la demanda se sitúa por encima del 100,000 artículos al año”
La investigación mundial en economía y empresa se mueve en términos de hipercompetitividad de aquello que podríamos llamar los mercados de publicación. ISI Web of Knowledge es una empresa que se dedica, a analizar las revistas científicas del mundo y clasificarlas en función de su impacto, que se calcula, básicamente, a partir de las citas que reciben.
En el ámbito de la economía ISI trabaja con más de 2,200 revistas de todas las disciplinas y orientaciones. A una media de unos 50 artículos al año por revista, la demanda se sitúa por encima de los 100,000 artículos al año. Además, a través de redes sociales específicas de investigación, como Researchgate o Academia.edu, sabemos que en el mundo hay más de seis millones de economistas que hacen investigación en contextos académicos o centros de investigación de todo tipo y que la quieren publicar.
Haciendo una previsión realista, se puede considerar que cada investigador puede enviar a arbitraje a estas revistas 0.5 artículos al año, cosa que determina una oferta de más de 3 millones de artículos al año. Resumen del mercado: exceso de oferta. La revisión de artículos funciona a través del sistema de revisión por ciegos. Es decir, los investigadores envían los artículos y el consejo editorial de la revista hace un primer filtro editorial y, si es positivo, envía el artículo a los revisores (como mínimo dos) que los autores desconocen y que emiten un dictamen sobre la conveniencia de su publicación.
Como la mayoría de las revistas reciben muchos más artículos de lo que pueden publicar, el resultado es que de cada 100 artículos enviados a revisión sólo se acaban aceptando alrededor del 10% y en las revistas de más impacto ni esto. Dejo a su consideración la frustración de los investigadores que no pueden publicar sus artículos, y sí, este es un buen sistema para balance entre rigor y relevancia que decíamos antes.
Y he aquí el dilema. En un mercado de publicación de artículos colapsado, los incentivos de escalamiento profesional de los investigadores de las ciencias sociales, incluida la economía, se establecen principalmente por esta vía. Para alcanzar la acreditación de investigador (necesaria para optar a la categoría de profesor agregado o titular) la Agencia de Calidad del Sistema Universitarios de Cataluña (AQU) establece como un criterio la publicación de al menos diez artículos (cuatro de los cuales deben ser en revistas de elevado impacto) y para alcanzar la acreditación de investigador avanzado (necesaria para optar a la categoría de catedrático) la publicación será de al menos veinte artículos (diez de los cuales deben ser en revistas de elevado impacto).
“CRITERIOS CORRECTOS”. No seré yo quien critique este sistema. Me parece bien la homologación de criterios para todos y el rendimiento de cuentas. Otra cosa es sí los criterios deben ser exactamente los que hay ahora. Y sí estos criterios generan costos de oportunidad muy altos que afectan otras funciones de la investigación, como la docencia o la transferencia. Y, además, sí todo el sistema académico debe funcionar así, o sí se podrían pensar nuevas acreditaciones e incentivos más centrados en la innovación o la transferencia del conocimiento generado.
Ahora ya saben por qué los investigadores no hacen mucha comunicación y por qué los comunicadores hacen poca investigación.
JOAN TORRENT – SELLENS Profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
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