Vivimos un momento en el que el mercado ya no se gana solo con un buen producto. Se gana con una marca sólida, coherente y bien presentada. En el sector de alimentos y bebidas, donde la competencia es feroz y la exigencia del consumidor crece cada día, el empaque y el etiquetado han dejado de ser detalles secundarios para convertirse en una pieza central de cualquier estrategia empresarial.
El empaque no solo protege, comunica. No solo envuelve, posiciona. Y, sobre todo, puede ser la diferencia entre un producto que permanece en anaquel y uno que pasa desapercibido.
El impacto silencioso del empaque en la decisión de compra
Una estadística revela mucho: el 81 % de los consumidores ha comprado un producto nuevo simplemente porque su empaque llamó la atención, según datos de WestRock. No es un número menor. Esto sugiere que, en la era de la imagen y la inmediatez, el diseño, los materiales y la presentación visual influyen directamente en la elección de compra. En muchos casos, el cliente decide con los ojos antes que con el paladar.
Para las microempresas del sector, esta realidad presenta una oportunidad clara: invertir en empaque funcional y con identidad propia no es un lujo, sino una necesidad para competir.
¿Cuántas microempresas usan empaque en México?
Cifras del INEGI indican que en México existen más de 137,000 microempresas manufactureras dedicadas a alimentos y más de un millón de unidades comerciales que venden productos alimenticios. Al cruzar esta información con datos del sector de envase y embalaje —que destina el 50 % de su producción a alimentos y bebidas—, se estima que al menos 670,000 microempresas mexicanas del sector alimentos utilizan algún tipo de empaque o etiquetado.
El dato no solo habla de volumen. También refleja la importancia de entender el empaque como un recurso estratégico al alcance de todos, no solo de las grandes marcas.

Etiquetar no es solo cumplir con la ley, también es contar una historia
Para quienes inician en el sector alimentario, es común poner toda la energía en la receta, el sabor o la presentación física del producto. Pero hay un componente igual de importante que suele pasar desapercibido: el etiquetado.
En el caso de los alimentos, las etiquetas no son opcionales ni decorativas. Deben cumplir con normas oficiales como la NOM-051-SCFI/SSA1-2010, que establece qué debe incluir un etiquetado claro, visible, veraz y comprensible. Ignorar este punto puede no solo afectar la imagen del producto, sino comprometer su permanencia en el mercado.
Pero la etiqueta también es narrativa. A través de ella se puede contar quién hizo el producto, con qué intención, de dónde viene y por qué merece la atención del consumidor. Y eso también construye confianza.
El empaque como carta de presentación (y como ventana al cliente)
“El empaque ya no es solo un medio de protección, es la vitrina, la carta de presentación de un emprendimiento”, señala Jaume Carrera, especialista en impresión para el mercado sudamericano en Roland DGA. Y tiene razón. Hoy, el empaque es muchas veces la primera —y a veces única— oportunidad que una marca tiene para comunicar su valor.
Incluso puede ser una herramienta para ofrecer experiencias complementarias: códigos QR que enlazan a recetas, mensajes personalizados o narrativas interactivas. Es decir, el empaque también puede ser un canal de comunicación.
¿Y si el empaque se produce dentro del propio negocio?
Para muchas microempresas, subcontratar el diseño o la impresión del empaque implica un gasto difícil de justificar. Especialmente cuando se manejan volúmenes pequeños, productos estacionales o líneas artesanales.
Sin embargo, el desarrollo tecnológico ha cambiado las reglas. Hoy, gracias a la impresión digital, es posible producir empaques y etiquetas desde el propio taller o planta, con equipos accesibles y sin necesidad de grandes tirajes ni inversiones iniciales.
Las ventajas para las microempresas son claras:
- Posibilidad de hacer tiradas cortas, ideal para pruebas de mercado o productos de temporada.
- Capacidad de adaptar etiquetas y diseños rápidamente, por lote, idioma o canal de venta.
- Menor desperdicio de materiales y recursos, al evitar sobreproducción.
- Cumplimiento normativo inmediato, haciendo ajustes conforme cambian las disposiciones.
- Diseño a la medida, con control total de los mensajes y elementos visuales.
- Mayor cercanía con el cliente, a través de elementos visuales y funcionales bien pensados.
Según la consultora Smithers Pira, el 58.7 % de todos los envases impresos a nivel mundial pertenecen al sector de alimentos. Una cifra que no solo refleja volumen, sino también la velocidad con la que este rubro evoluciona en diseño, materiales y narrativa visual.

El empaque también es reputación
En un mercado donde cada detalle comunica, ignorar el poder del empaque y la etiqueta es subestimar una de las herramientas más valiosas que tiene una microempresa para construir reputación y posicionarse.
El reto no está solo en tener un buen producto, sino en comunicarlo adecuadamente. Y eso, para las microempresas mexicanas, hoy es más posible que nunca.
¿Te interesa saber cómo producir tus propios empaques o mejorar la presentación de tus productos alimenticios desde tu negocio? Consulta la NOM-051, revisa herramientas de impresión digital como las de Roland DGA o acércate a instituciones como INADEM o tu cámara empresarial para recibir orientación técnica.
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