En la era del consumo consciente, las etiquetas “ecológico” o “sostenible” se han convertido en una constante en la industria. Sin embargo, ¿qué sucede cuando estas afirmaciones son poco más que una fachada que oculta prácticas poco éticas o incluso dañinas para el medio ambiente? Aquí entra en juego el concepto de greenwashing, una táctica engañosa que busca capitalizar la creciente preocupación por el planeta mientras desvía la atención de las verdaderas prácticas empresariales.
La regulación del greenwashing en México
En México, la regulación del greenwashing recae en la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), responsable de proteger los derechos de los consumidores y regular la publicidad. La Ley Federal de Protección al Consumidor prohíbe las prácticas comerciales engañosas, incluyendo cualquier forma de publicidad como el greenwashing. Las sanciones pueden ser severas, abarcando desde multas hasta la prohibición de comercializar el producto en cuestión.
Según el estudio “Sustainability Index” de la agencia de investigación Kantar, en México, el 54% de la población está preocupada por el cambio climático, y un 64% cree que las empresas tienen la responsabilidad de actuar sobre estos problemas. Ser “más green y menos washing” no solo es una estrategia de diferenciación, sino una necesidad en un mercado donde los consumidores valoran cada vez más la sostenibilidad y esperan que las marcas actúen en consecuencia.
“Este fenómeno no solo puede afectar la reputación de las empresas involucradas, sino que también erosiona la confianza del público y desvía la atención de esfuerzos genuinos hacia la sostenibilidad. Por lo tanto, es crucial que las empresas eviten esta práctica y se adhieran a un reporte transparente y a prácticas de comunicación honestas”, comenta Samantha Rodríguez, Sr. Sustainability Manager Latam.
Mantener la confianza de los consumidores se vuelve esencial al considerar que el 70% de los consumidores creen que las marcas deben posicionarse en cuestiones sociales, con una proporción de 5 a 1 en temas relacionados al cambio climático.
Medir acciones sustentables: de la intención a la certificación
El transporte es el segundo sector que más contribuye a la generación de emisiones de gases de efecto invernadero, con aproximadamente el 14.2% de las emisiones totales. Esta realidad ha llevado a las empresas de la cadena de suministro a implementar estrategias para reducir su impacto ambiental.
En la era de la información, es crucial que las empresas no solo implementen estas estrategias, sino que también demuestren su compromiso de manera transparente. Las certificaciones juegan un papel fundamental en proporcionar evidencia concreta de las prácticas sustentables adoptadas.
CHEP, empresa líder en soluciones sustentables para la cadena de suministro, por ejemplo, cuenta con una métrica interna denominada “Índice de circularidad”, que mide el desempeño circular de sus clientes y traduce estos cálculos en emisiones de carbono por pallet, ayudando a comunicar ineficiencias y promover un comportamiento cada vez más circular.
“Cada año entregamos a nuestros clientes un certificado que indica su ahorro en emisiones, residuos y uso de madera derivado de la utilización de nuestras tarimas de madera. Para ello, utilizamos herramientas como Life Cycle Assessments (LCA) y Circulytics para medir y demostrar los beneficios ambientales de nuestras prácticas sostenibles y regenerativas. Los objetivos basados en la ciencia aseguran credibilidad, disminuyendo las posibilidades de greenwashing y los riesgos reputacionales bajo el escrutinio público”, comenta Samantha Rodríguez.
¿Cómo comunicar acciones sostenibles?
Una vez implementadas y verificadas las acciones sostenibles, es crucial comunicarlas de manera efectiva. Aquí algunos consejos para hacerlo correctamente:
1. Ser claro y preciso: Evitar el uso de términos vagos como “eco-friendly” o “verde” sin proporcionar detalles. En lugar de decir que un producto es “sostenible”, detallar cómo se ha reducido su huella de carbono en un porcentaje específico.
2. Proporcionar evidencia y datos: Incluir datos verificables y certificaciones de terceros que respalden las afirmaciones de sostenibilidad. Esto ayuda a construir credibilidad hacia los consumidores.
3. Ser honesto sobre los desafíos: Es importante reconocer las áreas donde la empresa aún tiene margen de mejora. La transparencia sobre los retos y las estrategias para abordarlos puede fortalecer la lealtad del consumidor, así como comunicar los planes futuros y los compromisos a largo plazo para continuar mejorando las prácticas sostenibles.
Evitar el greenwashing y comunicar efectivamente las acciones sostenibles no es solo una cuestión de ética empresarial, sino también de estrategia a largo plazo. Las empresas que se adhieren a prácticas transparentes protegen su reputación y fortalecen la confianza de los consumidores. Al seguir estas pautas, las empresas pueden posicionarse como líderes en sostenibilidad, contribuyendo genuinamente a un futuro más sostenible para todos.
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