En un entorno económico donde las regulaciones ambientales avanzan con rapidez y los consumidores, inversionistas y gobiernos demandan mayor transparencia climática, las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) mexicanas enfrentan un nuevo reto: integrar la sostenibilidad en sus operaciones sin sacrificar competitividad ni viabilidad económica.
Aunque este desafío puede parecer abrumador para negocios con recursos limitados, lo cierto es que existen herramientas clave para comenzar este camino de forma ordenada y estratégica. Una de las más importantes —y urgentes— es el cálculo de la huella de carbono, práctica que permite conocer el impacto ambiental de una organización y abrir la puerta a su reducción progresiva.
¿Qué es la huella de carbono y por qué importa?
La huella de carbono mide la cantidad total de gases de efecto invernadero (GEI) que genera una empresa a lo largo de sus procesos productivos, operativos y logísticos. Este cálculo se convierte en un indicador crucial para evaluar el compromiso ambiental de una organización y su capacidad para adaptarse a las tendencias globales de sostenibilidad.
El proceso de medición de huella de carbono se basa en tres niveles conocidos como “alcances”, definidos por el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol):
- Alcance 1: Emisiones directas producidas por la empresa, como la quema de combustibles en maquinaria o vehículos propios.
- Alcance 2: Emisiones indirectas derivadas del consumo de electricidad, calor o vapor comprado.
- Alcance 3 (opcional para muchas PyMEs): Emisiones indirectas no controladas directamente por la empresa, como el transporte de insumos, viajes de negocios o el uso de productos vendidos.
Aunque este lenguaje puede sonar técnico, lo cierto es que cada vez más cadenas de valor exigen esta información para mantener relaciones comerciales, acceder a financiamientos verdes o participar en licitaciones públicas y privadas. Medir y reducir la huella de carbono no solo es una práctica responsable, sino una ventaja competitiva creciente.

Contexto en México: nuevas normas y oportunidades
En línea con los avances internacionales, México ha comenzado a fortalecer su marco normativo en sostenibilidad empresarial. Un hito importante fue la publicación, en abril de 2024, de las primeras Normas de Información de Sostenibilidad (NIS) por parte del Consejo Mexicano de Normas de Información Financiera y de Sostenibilidad (CINIF).
Estas normas —elaboradas con una visión técnica y accesible— buscan ofrecer lineamientos claros, comparables y alineados con estándares internacionales, permitiendo a las empresas reportar sus impactos ambientales de forma confiable.
Entre las primeras normas destaca la relacionada con la medición de GEI, pensada para ser adoptada tanto por grandes corporativos como por PyMEs que buscan mejorar su desempeño ambiental y reputación corporativa. Esto representa una gran oportunidad para los negocios que desean integrarse a cadenas de valor sustentables o prepararse para regulaciones futuras que podrían volverse obligatorias.
La sostenibilidad como palanca de crecimiento para las PyMEs
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las PyMEs representan el 99.8% de las unidades económicas del país y generan más del 70% del empleo formal. Este peso económico hace imprescindible su participación activa en los objetivos de desarrollo sostenible.
Sin embargo, el reto es grande: según una encuesta de la International Chamber of Commerce México, solo el 12% de las PyMEs mexicanas ha comenzado a medir sus emisiones de carbono, y muchas consideran que los costos o la falta de conocimiento son barreras insalvables.
Afortunadamente, hoy existen múltiples recursos —tanto públicos como privados— que ayudan a las pequeñas empresas a iniciar su camino en sostenibilidad de forma escalable:
- Calculadoras gratuitas de huella de carbono como la del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) permiten obtener un diagnóstico inicial.
- Programas de apoyo de organismos internacionales y del gobierno federal a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) o la Secretaría de Economía están empezando a integrar criterios ASG en convocatorias y financiamientos.
- Iniciativas como Carbon Trust México o la Alianza Empresarial por el Clima brindan acompañamiento técnico a empresas interesadas en desarrollar estrategias climáticas robustas.
Beneficios tangibles de medir la huella de carbono
Además del cumplimiento normativo, existen beneficios concretos para las PyMEs que deciden medir y reducir su huella de carbono:
- Mejora de eficiencia operativa: muchas veces el proceso revela oportunidades de ahorro energético, reducción de residuos o mejora logística.
- Acceso a nuevos mercados: más empresas están solicitando reportes ambientales a sus proveedores, especialmente en industrias como alimentos, manufactura, moda o tecnología.
- Reputación fortalecida: contar con una estrategia climática puede diferenciar a una marca frente a consumidores cada vez más conscientes.
- Preparación ante futuros impuestos o regulaciones ambientales: como los mecanismos de ajuste por carbono en frontera o los bonos de carbono voluntarios.

¿Cómo puede comenzar una PyME?
Para muchas pequeñas empresas, el primer paso puede ser simplemente mapear sus actividades que generan emisiones, como el consumo de electricidad, el uso de vehículos o los viajes de negocios. Con esta base, es posible utilizar herramientas en línea o solicitar apoyo especializado para obtener una estimación.
Posteriormente, se puede establecer una meta realista de reducción, como cambiar a focos LED, capacitar al personal en eficiencia energética o contratar energía renovable.
También es recomendable que, una vez calculada la huella, se comunique de forma transparente y clara a clientes, proveedores y colaboradores, integrando esta información en sus reportes o canales de comunicación.
Conclusión: no es una carga, es una inversión
En un mundo donde la acción climática ya no es opcional, las PyMEs mexicanas tienen la oportunidad de anticiparse a las tendencias regulatorias y de consumo, posicionándose como actores responsables y preparados para los desafíos del siglo XXI.
Medir la huella de carbono no es una carga, sino una inversión estratégica que puede abrir puertas a nuevos negocios, mejorar la eficiencia operativa y fortalecer la confianza con todos los grupos de interés.
La sostenibilidad no es solo para las grandes empresas. También es una apuesta de futuro para las pequeñas.
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