Fumar ocasiona una piel opaca, propicia la acumulación de manchas y disminuye la capacidad de estiramiento y recuperación del órgano más grande que tenemos, expresó el doctor, José Abel de la Peña, Director del Instituto de Cirugía Plástica S. C.
Además de afectar la función pulmonar y cardiovascular, otro de los efectos secundarios negativos que produce el hábito del tabaco es la disminución de la circulación a todos los tejidos, por ello nuestra piel también resulta afectada por este hábito ya que disminuye el aporte vascular, expresó el cirujano plástico.
La reducción del aporte vascular quiere decir que se minimizan las propiedades viscoelásticas de la piel (capacidad de estiramiento y recuperación), así como, las funciones que revierten los efectos secundarios causados por la exposición solar. Todo esto provoca el crecimiento de la capa cornea la cual deja de descamar cada dos semanas (como es común) para producir “parches” de piel, ocasionando una dermis opaca, con poca capacidad de distención y contracción donde el resultado final será la aparición de arrugas.
Esta disminución de vascularidad también llega a repercutir en los procesos de nutrición e hidratación hacia la piel dejándola visiblemente afectada, tales como la generación de colágeno o elastina (dependiendo de la edad cronológica o la formación genética del paciente).
Una vez que la piel se encuentra bajo este panorama, en el caso del rostro y como consecuencia de su movimiento habitual, los músculos faciales se harán más visibles provocando la aparición líneas de expresión, las cuales se ha visto en aquellas que se forman de manera vertical junto a los labios son más frecuentes en fumadores que en los que no lo son.
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