Estamos ante un momento en donde las personas siguen de manera automática la actividad del cotidiano, sin percatarse de que han perdido emoción, pasión por las cosas que realizan; pareciera que nada les resulta atractivo o que las cosas que pudieran ser un gran desafío, no lo son y son vistas como algo soso y sin sentido.
Esto pudiera ser visto desde la perspectiva de Víctor Frank como que se están enfrentando a un vacío emocional, a un “sin sentido” en sus vidas que los llevan a sentirse, solos, aburridos e inclusive deprimidos.
Cuando los seres humanos nos enfrentamos a situaciones semejantes es cuando nos percatamos de que a lo mejor sólo estamos viviendo lo que la vida nos presenta, vivimos dentro de la rutina, sin encontrarnos ante actividades o personas que realmente nos nutran, resulten placenteras y que nos llenen de pasión.
En esos momentos es en donde debemos de hacer un alto y revisar los objetivos planteados. Y la mayoría de los seres concluye que no tiene ningún objetivo real.
Todos los humanos requerimos de soñar, planear, crear nuevas formas de hacer y enfrentar; sin embargo, la rutina en donde nos encontramos inmersos se convierte a la postre en una adecuada zona de confort. Nos levantamos temprano, tal vez hagamos ejercicio, vamos hacia el trabajo, trabajamos, platicamos con los compañeros, terminamos el quehacer del día, regresamos a casa, cenamos, nos dormimos, esperamos el fin de semana para platicar con amigos, salir, tal vez tomar una copa, nutrir la despensa y el refrigerador para la siguiente semana y así estamos a lo largo de 365 días si bien nos va… conozco a personas que así viven 10 o 15 años inclusive más.
¿Y consideramos que esto es vivir de manera adecuada…?
Todos necesitamos crear y realizar, pero para esto se requieren proyectos, sueños y de ahí surgen planes, acciones y por fin…movimiento.
Lamentablemente tenemos creencias limitadoras que surgen del miedo y que pueden ser desde “no me va a salir”, “las cosas no resultarán adecuadamente” “ya para que”, entre muchísimas más.
Si somos conscientes de ellas podemos luchar en su contra. Estas creencias que limitan nos orillan y nos convencen de que es mejor seguir cobijados en la zona de confort (y no estoy sugiriendo que salgan de ella), sin embargo es necesario hacer un espacio en nuestra rutina que nos impele a hacer algo diferente cada día o por lo menos una vez al mes. Darle rienda suelta a sueños y planes y tratar de llevarlos a cabo de la mejor manera. Esto nos estimula, permite que seamos reflexivos de nuestras herramientas y sobre todo son un medio para que sigamos activos, sintiendo dentro de nosotros que aún seguimos vivos y que podemos realizar todo lo que queremos.
Debemos recordar que nadie nos sacará de nuestra zona de confort, cada ser humano es responsable de la vida que tiene y de cómo la ha venido dibujando. Todos somos interdependientes, nos necesitamos sin tener que caer en dependencias, codependencias relaciones víctimas, victimarios, etc.
Si asumo mi plena participación en MI VIDA, me daré cuenta de que yo “solo” puedo sacarme adelante y también darme una vida intensa y sobre todo interesante. Solo es cuestión de meditar en que actividades soy pleno, feliz y tomar la determinación de llevarme hacia allá.
Es necesario tomar clara conciencia de qué quiero en este momento en mi vida y generar todo un plan de acción que me permita alcanzar ese y todos los objetivos planteados. Darme cuenta de que la felicidad depende de mí y de nadie más. La cuestión está sólo en decidirlo.
Por Mónica Morales Rodríguez
Directora del centro de desarrollo humano Casa Shambhala
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