Para ser hay que parecer, pero parecer no es sinónimo de ser. Vaya complejidad de momentos y circunstancias, de esas a las que cotidianamente se enfrentan los emprendedores de nuevos negocios. Se trata de hacer lo posible dentro de lo deseable, los imposibles llegarán en consecuencia.
Activar el espíritu emprendedor requiere en principio de una idea apoyada por una actitud renovadora, fundamentada en todo momento con sólidos conocimientos acerca del nuevo orden mundial, de los efectos positivos y negativos que conlleva la globalización y sus circunstancias.
En un contexto de alta exigencia y competitividad, el aquí y el ahora nos obligan a atender y entender los nuevos modelos y los dinámicos esquemas empresariales en los que hemos decidido por convicción involucrarnos.
La era de la información nos alcanzó, ahora somos parte de una gran red en la que un negocio, del giro y tamaño que sea, si bien vale por lo que produce, ahora multiplica sus beneficios en virtud de las sinergias que establece con otras empresas; sean clientes, proveedores, competidores, vecinos, etc., sean suplemento o complemento; esos a los que Freeman llamó Stakeholders.
El emprendedor de este siglo es un factor, no sólo una cifra en busca de ceros del lado derecho. Los esfuerzos compartidos, redundan en beneficios colectivos.
El desarrollo sustentable es otra de las premisas fundamentales para los empresarios contemporáneos. Crecer sin dañar, esa debe ser la directriz; es mejor ser fundamental que incidental o accidental. Nuestras empresas deben promover el crecimiento económico sin dejar de lado su responsabilidad social y el respeto por el planeta y sus habitantes. Hoy en día, las empresas con valor son aquellas que dan un plus, que dejan huella, que trascienden, que privilegian un responsable para siempre antes que un banal mientras tanto.
El Dr. Carlos Llano, fundador del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), sostiene: “la piedra de toque del hombre de negocios es la capacidad de emprender esa empresa única e importantísima que es la propia vida, lo que debe cambiar es el empresario mismo”.
Reconocernos como mejores seres humanos, como agentes de cambio. Mantener los ojos bien abiertos aún en la penumbra; escuchar en el silencio, aprender y compartir; percibir adecuadas mixturas en los sabores y en los saberes que da la dinámica social, económica y cultural de nuestros días, delinear extraordinarios predicados de la realidad.
El Emprendedor MMX, debe ser y parecer. Querer lo que es, mientras es lo que quiere.
Elvira Mayén-Lugo con la colaboración de Jaime Neftali Martínez Hernández Director General de TK de Desarrollo Profesional Integral
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