De acuerdo con los analistas de Banamex, en el último mes apareció un nuevo episodio de turbulencia financiera. Se debió a la geopolítica, ligada a las revoluciones y conflictos en algunos países árabes; en particular, los riesgos ligados a una disminución de la producción petrolera.
Ello condujo al nerviosismo financiero y al fenómeno de búsqueda de valores refugio, como los bonos del Tesoro americano o el oro. Ello ocurre cuando ya, previamente, se desarrollaba un contexto de menor optimismo relativo sobre mercados emergentes.
Antes del tema geopolítico, ya había un contexto de menor optimismo de corto plazo sobre mercados emergentes en comparación con los desarrollados. Se debió a que el mayor dinamismo de estos últimos y su mejor desempeño durante la recesión global ha llevado a problemas de presiones inflacionarias en varios países. Ello llevó a cierto nerviosismo, donde se han considerado temas de valuación de los activos financieros en esos países, ya salida de capitales en las últimas semanas.
El tema geopolítico se liga a un aumento reciente del precio del petróleo (gráfica 1). El tema de fondo es el riesgo de que, como ocurre ya en Libia, la producción de algunos países petroleros disminuya. En un contexto en que la capacidad de ampliación a corto plazo de la producción por parte del conjunto de países petroleros sería muy limitada.
Los países desarrollados son importadores de petróleo y se encuentran entonces entre los que se verían más afectados, ello en un contexto en que su expansión productiva, a diferencia de lo que ocurre en los países en desarrollo, dista de alcanzar su nivel potencial.
El efecto neto para el conjunto de la economía mundial (resultado de una redistribución de ingresos entre exportadores e importadores, en el pasado ha sido negativo en términos de crecimiento), nuevamente dependerá de en qué medida gasten el excedente petrolero los países exportadores. En la incertidumbre, ello ha conducido a que los mercados financieros internacionales reaccionen negativamente, sobre todo ante escenarios de riesgo que impliquen un racionamiento del petróleo.
Junto a los riesgos de un choque petrolero de grandes dimensiones, se encuentra el buen comportamiento de la economía mundial al inicio del año. Cabe destacar, por su importancia para México, el desempeño de EUA.
La economía americana mantiene un buen ritmo de expansión al inicio del año, después de un fuerte crecimiento en el 4º trimestre del 2010, en particular del consumo; ello a pesar de que temas climáticos afectaron la actividad productiva en enero.
Destacan sobre todo la manufactura, cuyos indicadores muestran que podría incluso haber una aceleración de la misma en los siguientes meses. En efecto, el indicador derivado de una encuesta a los gerentes de compras de empresas manufactureras en febrero se ubicó en niveles muy elevados (gráfica 2). Además el indicador similar para los sectores no manufactureros también muestra una expansión notable. Por su parte, los indicadores ligados al inmobiliario son mixtos con sesgo negativo, por ejemplo, la nueva caída de los precios de casas. Finalmente, aunque las cifras de creación de empleos de enero fueron decepcionantes, los de febrero mostraron un repunte.
Se consolida la perspectiva de un crecimiento en el 2011 del PIB americano por encima del 3% y por tanto ligeramente mayor del de 2010; y aún más dinámico en el caso del sector manufacturero. Por supuesto, si los altos precios del petróleo se mantienen en su nivel actual, ello implicaría un menor gasto del consumidor y un avance productivo similar al del 2010. Si los precios del petróleo siguieran subiendo de forma significativa, entonces deberíamos esperar cierta disrupción de los mercados financieros por el nerviosismo creciente, y un impacto proporcionalmente mayor sobre la economía americana y mundial.
Un aspecto positivo es el constatar que las economías americana y mundial son menos vulnerables a los choques petroleros que en el pasado: no sólo por su menor consumo relativo sino porque en ausencia de presiones inflacionarias: el alza de precios del petróleo puede absorberse de mejor manera sin que ello lleve a subidas de las tasas de interés por parte de los bancos centrales.
Por su parte, las cifras de inflación muestran que, además de comenzar a mostrar el impacto de los mayores precios de la gasolina, el componente subyacente (que excluye alimentos y energía) dejó de desacelerarse en términos anuales (subió a 1% desde 0.8% anual), con lo que los riesgos de deflación parecen disminuir, a la vez que la inflación subyacente se encuentra lejos de la meta implícita de la Reserva Federal, de un poco menos de 2%. Así, aunado a la debilidad del mercado laboral y la aún muy amplia capacidad productiva ociosa, estimamos que el banco central no tendría que subir la tasa de interés actual de referencia sino hasta la segunda parte del 2012. En el corto plazo, y de acuerdo a las declaraciones del Presidente de la Fed y las minutas de su última reunión, no parece haber tampoco la intención de detener su programa de compras de bonos del tesoro, que es la política llamada de expansión cuantitativa.
Redacción pymempresario
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